Pocos días después de las fiestas patronales de 1925, el
corresponsal de Trasierra en el diario de Badajoz redactó una crónica alusiva a
las mismas. Se trataba de Manuel Morillas Garrido, uno de los hijos de la
histórica maestra de Trasierra, doña Elena Garrido, casada con Manuel Morillas,
carpintero de oficio. Este matrimonio llegó a nuestra localidad a finales de la
segunda década del pasado siglo, instalándose en la vivienda señalada con el
número 16 de la actual calle de la Seda, precisamente en el domicilio familiar
del improvisado cronista que ahora lo recoge en estas páginas. Se trataba de
una familia culta por oficio pues, al margen de Doña Elena, sus hijos (José,
Manuel, Enrique y Elena) también ejercieron el magisterio por este y otros
pueblos del contorno. En concreto, José fue maestro y alcalde de Trasierra,
Elena ejerció como maestra de Granja y Manuel, nuestro culto cronista y
corresponsal, en la vecina localidad de Fuente del Arco, villa hermana donde
prematuramente falleció el 16 de enero de 1926, pocos meses después de firmar
esta crónica. Antes de sorprenderle la muerte tuvo la oportunidad de dejar
numerosas crónicas sobre Trasierra en distintos periódicos de la época, dando
noticias de la vida social y de las distintas festividades locales (San
Antonio, Fiesta de la Flor, Candelaria, el Cristo, los Cristos...)
En esta ocasión, en su memoria y
agradecimiento, transcribo textualmente su crónica sobre las fiestas de San
Antonio en 1925, que decía así:
El 13 de los corrientes se
celebró en este pueblo con toda solemnidad y entusiasmo San Antonio. Ya en el
día anterior, las campanas de la parroquia y los cohetes preludiaban las
fiestas como preparando los ánimos para el día siguiente.
Llegado el día, en las primeras
horas de la mañana volvieron a sentirse campanas y cohetes para convocar al
pueblo en el templo. Una banda de música (la de Llerena) amenizadora de las
fiestas , recorría las calles con un alegre pasodoble.
Predispuestos los ánimos nos
dirigimos al templo, lugar donde se celebran los actos del día. Reunido casi
todo el pueblo, se procedió a formar la procesión, compuesta por el estandarte
de la Cruz, en primer termino; después interminable fila de fieles
pertenecientes al género femenino ponían la nota pública de los pueblos
pequeños en este caso, cual es ese raro e inarmónico conjunto de la
indumentaria lujosa y varia de color; luego el Santo, las autoridades y la
banda de música, que rompió eses monótono silencio que otras veces nos ha
envuelto en este mismo caso. En el trayecto abundaron los cohetes y las salvas
(advierto a quien corresponda que esa manera de echar la salva es brutal e
imprudente, pues ya ha habido que lamentar perjuicio de consideración)
Recorrido el pueblo y de regreso al
punto de partida, comenzó la misa; nuestro virtuoso párroco D. Santos Velázquez
cantó magistralmente, oficiando el coro de ángeles que dirige el organista Sr.
Hernando. En el ofertorio se cantó el hermoso himno de San Antonio
Ocupado
el púlpito por el párroco, este ensalzó la vida de San Antonio, en un sentido y
elocuente panegírico. Al elevar el cáliz, la banda interpretó la Marcha Real,
poniendo en nosotros una gran emoción religiosa.
Terminada la misa, seguía el
refresco para el que fuimos invitado y en unión de las autoridades, músicos y
público nos dirigimos a la casa donde habría de tener lugar. Allí, el patrón de
la fiesta, D. Antonio Rodríguez (Margallo), al que felicitamos, estuvo muy
deferente con todo el mundo, ofreciendo un delicioso lunch; entre tanto, la
banda de música hizo lo que pudo.
Al terminar el refresco nos
sorprendieron unas deliciosas parejitas preciosamente engalanadas con mantones
de Manila y altas peinetas; llevaban un cestito con flores que prendían en la
solapas de los hombres; la fiesta de la flor se celebraba aquel mismo día
previo acuerdo de las autoridades con el laudable fin de unir lo recaudado a
otra cantidad que el ayuntamiento designará y hacer una limosna de pan a los
pobres el día de Santa Marta, patrona del pueblo. Unas bellas señoritas de esta
localidad fueron las encargadas de premiar con una flor, a guisa de condecoración,
el generoso desprendimiento de cuantos se tropezaban. Recorrieron todo el
pueblo distribuidas en tres parejas: Carmen Murillo y Teodora Jiménez, Elena
Morillas y Dolores de la Rosa, y Dolores
y Rafaela Burgos; todas muy simpáticas y rayando a gran altura en el desempeño
de su cometido, llamando la especialmente la atención las señoritas Burgos por
la igualdad y gallardía de sus tipos árabes, por sus ojos soñadores que
verdaderamente sugestionaban etc., etc.
(Mocitas de Trasierra en 1928. Entre otras, reconocemos a Remigia Maldonado, Felipa Jiménez, Eulalia Jiménez, Dolores de la Rosa...)
Por la tarde, muy temprano, comenzaron los bailes
durando toda la noche y en los que era materialmente imposible estar ni de pie.
Allí se sudaba tinta; las parejas no se distinguían; todo era una masa compacta
que parecía nadar en una charca de sudor !Ay Terpsícodes, con qué fanatismo te
rendían culto¡
El segundo día (son tres días de
celebración) también hubo celebración religiosa por la mañana y por la noche
bailes, y más bailes.
El tercero, aunque no hubo función
religiosa, los bailes no faltaron con el mismo entusiasmo que el primer día !La
juventud es incansable¡ Así terminó la fiesta: con bailes.
Sigue la crónica de Manuel Morillas
con el siguiente comentario:
Desde tiempo inmemorial se viene
celebrando San Antonio en este pueblo. Es la más celebrada de todas las
fiestas; el pueblo guarda para ella todas sus fuerzas, todo su entusiasmo, todo
el lujo y todo lo que pueda contribuir para darle realce. Las jóvenes en expectación
de destino cifran en ese día todas sus esperanzas. Los mozos, elegantemente
almidonados, se disponen a “echar el rucho” (palabras textuales de un mozo).
Pues bien, de poco tiempo a esta
parte se viene notando cierto retraimiento en la celebración de la misma; es
decir, que tiene tendencia a decaer, cosa que no debe ocurrir, siquiera por
consideración y en honor al glorioso santo, tan venerado por las pasadas
generaciones de este pueblo. Ahora bien, la Hermandad de San Antonio está
compuesta hoy por elementos faltos de ese entusiasmo que hace falta para llevar
a cabo para llevar la empresa. Ese entusiasmo impera únicamente en la juventud;
por tanto, ella es la llamada a contribuir.
Yo, desde esta columna a los jóvenes
me dirijo para que, reaccionando contra tal decaimiento formen ello una
asociación o Hermandad llamada Juventud
Antoniana. Esta idea, iniciada en este pueblo por nuestro digno párroco me
parece muy laudable, y que esta fiesta del 13 de junio, lejos de desaparecer,
tome más impulso, con lo cual el pueblo habrá dado un gran paso en el aspecto
moral. Debe hacerse además por respeto a la tradición y como antes digo, en
honor y agradecimiento al Santo patrón que tanto hace por la juventud.
(Corporación municipal en 1928)
En cuanto a la simpática Fiesta de la Flor celebrada
por primera vez en este pueblo, me ha parecido digna de todo elogio, dado su
laudable fin. Felicito a todos cuanto han contribuido, especialmente a las tres
parejas de beldades que postularon, pues además de ser la nota más simpática de
la fiesta por sus méritos físicos, pusieron a contribución su corazón
magnánimo, que , influido por el más elevado altruismo y por la más ferviente
caridad cristiana, constituyeron el rasgo más humanitario y de mejores
sentimiento que en este pueblo se ha conocido. Sigan las jóvenes por este
camino de la más pura y elevada moral, pues Dios admite en este reino a todo
aquel que, como vosotras, cumple una de la más grande obra de misericordia: dar
de comer al hambriento.
Finaliza su crónica dando otras
noticias sobre el pueblo, bajo el epígrafe de Viajeros: Después de haber
cursado el primer curso de Magisterio y obtener brillantes notas en los
exámenes correspondientes, ha regresado de Granada el aprovechado estudiante y
estimado amigo nuestro, Don Facundo Frieros Murillo. Mi más cordial enhorabuena
(Facundo era tío carnal de Manuel Gato Frieros (alias Flecha), y por
aquellas fechas estudiante en el colegio del Ave María de Granada, una
institución modélica fundada por el Padre Manjón, donde también tuvimos la
suerte de estudiar don Antonio Carrascal Espino, don Agustín Jiménez Jiménez y
el cronista que os escribe)
De Alcázar de San Juan vino a pasar
la festividad de San Antonio la respetable señora Doña Amparo Sáenz (antigua
maestra de Trasierra y tía carnal de Ángel Maldonado Sáenz, el histórico
barbero de Trasierra ) con sus preciosas hijas Sacramento e Isabel. También
ha regresado de Sevilla después de pasar allí un larga temporada, la joven
Cipriana Burgos Alcuescar. Sean bienvenidos.
Trasierra,
18/06/1925.
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