El partido de llerena a finales del XVIII

El partido de llerena a finales del XVIII

domingo, 16 de noviembre de 2014

ROGATIVAS A LA VIRGEN DEL ARA Y ROMERÍA EN SU HONOR EN 1925, SEGÚN UN CRONISTA DE TRASIERRA


 

El cronista al que nos referimos se llamaba Manuel Morillas Garrido, uno de los hijos de la histórica maestra de Trasierra, doña Elena Garrido, casada con Manuel Morillas, carpintero de oficio. Se trataba de una familia culta, por oficio, pues, al margen de doña Elena, sus hijos (José, Manuel, Enrique y Elena) también ejercieron el magisterio por distintos pueblos de este contorno. En concreto, José fue maestro de Trasierra y Fuente del Arco, Elena ejerció como maestra de Granja y Manuel, nuestro culto cronista y corresponsal, en las fechas que nos ocupan se vio obligado a abandonar los estudios ante su precaria salud, falleciendo en enero del año siguiente. Antes de sorprenderle la muerte, tuvo la oportunidad de dejar numerosas crónicas sobre Trasierra en distintos periódicos de la época, dando noticias de la vida social y de las distintas festividades locales, dejando también cumplida referencia de la romería en honor de la Virgen del Ara, agradeciéndole la intercesión ante su divino Hijo, que derramó sobre los campos el agua precisa durante la primavera de 1925.

En efecto,  la primavera de 1925 se presentó excesivamente seca, por lo que, como era habitual en pueblos de nuestro ámbito cultural, se recurría a la divinidad mediante rogativas para que remediase las catástrofes de ésta u otra naturaleza (climatología adversa, epidemias, plagas de langostas…). Para ello, como abogado protector, solía solicitarse la mediación de algún santo o, en su defecto, la de la Virgen en sus distintas advocaciones locales, la del Ara en nuestro caso.

Por la circunstancia descrita, el clero, la hermandad de la Virgen del Ara y el ayuntamiento de Fuente del Arco, seguramente recogiendo el sentir popular, a mediados de marzo de 1925 tomaron la decisión de aproximar la Virgen al fervor popular, trasladándola desde su serrana ermita a la parroquia local, donde diariamente se celebraron cultos en su honor, demandando su intercesión para que su divino Hijo derramara sobre los campos el agua precisa, como, al parecer, así fue. Por ello, según el referido cronista, el 28 de abril siguiente, satisfechos y agradecidos los fuentearqueños, trasladaron la Virgen a su ermita y santuario, aprovechando esta circunstancia para celebrar una romería, de la que dio cumplida razón Manuel Morillas, según el texto que sigue:

Verdaderamente hermoso resultó la vuelta de esta venerable imagen a su ermita. Este acto tuvo  lugar el día 28 del pasado mes de abril, para el que fuimos previamente invitados y, en verdad, si grande eran los deseos de visitar este lugar, en esta ocasión mayor aún fue la satisfacción que experimentamos ante el hermoso conjunto que se nos ofreció, pues no faltó una nota simpática que, a guisa de pincelada, animara y diera realce a este hermoso cuadro encajado en un delicioso marco que la Naturaleza encantadora tuvo a bien ofrecer.

Esta Virgen, veneradas por todos y por todos bendecidas, fue llevada a Fuente del Arco hace aproximadamente un mes en sentido de rogativa, por la terrible sequía que nos amenazaba y de la que Dios ha querido remediarnos. Una vez satisfechos los deseos de todos, y por la valiosa intercesión de esta Virgen, los de Fuente del Arco acordaron llevarla a su santa y pintoresca casa el día que antes consigno. Nosotros, entusiastas de las romerías, aprovechamos la ocasión y marchamos. Nos adelantamos para ver su llegada, como así fue.

LA LLEGADA DE LA VIRGEN

Ésta fue de intensa emoción. La chiquillería llegó anunciándola con el ¡ya viene¡ (pues aunque viniera cerca no se veía por los accidentes del terreno);unos minutos, y enseguida surgió a nuestra vista la imponente procesión. Acompañan a la Virgen el culto y activo párroco de aquel pueblo, don Antonio Carmona, el digno Ayuntamiento presidido por don Gabino Gálvez, los pundonorosos guardias de la benemérita señores Roguera y Pavón y los cultos maestros nacionales don José Morillas y doña Julia Gallego, además de un inmenso gentío que se agitaba en torno a la Virgen, alegres, gozosos y conmovidos. Las campanas de la ermita, ávidas de ver a su divina Madre, se lanzaron al vuelo alegres y gozosas; parecía que querían salirse de sus marcos tan materiales para unirse a la Virgen en un abrazo maternal; sus ingenios sonidos, después de hender el espacio, llegaban a nuestros oídos como tiernos gemidos por el dulce llanto que les produjera la alegría de volver a ver a su excelsa protectora.

Ante este indescriptible cuadro, los chicos quedaban atónitos y los grandes, visiblemente afectados, conservaban esa actitud religiosa, esa fervorosa atención que el acto les producía; alguien hubo que, después de dirigirle miradas de ternura a la Virgen, se secó una lágrima. Nosotros, henchidos de puro sentimiento, nos esforzamos en arrancar de nuestros pechos un ¡viva! la Virgen del Ara, pero al pasa por la garganta quedó detenido y envuelto en un cúmulo de grandes y santas emociones. Entre tanto, la imagen avanzaba y, haciendo una entrada triunfal por las puertas de su divino regazo, fue colocada en su trono celestial.

EN LA ERMITA

Una vez dentro, y antes de comenzar los actos religiosos que habían de tener lugar, dimos una ojeada por la ermita y quedamos admirados ante el mérito artístico, ante el inapreciable valor de su interior. En la construcción de este antiquísimo santuario. Los cartujos (¿?) dieron lugar preeminente al arte pictórico. Todo el interior (muros y bóvedas) está impregnado de hermosos cuadros que representan escenas de las Sagradas Escrituras; algunos con bastante perfección, teniendo en cuenta el tiempo en que se hicieron. Una imagen de San Antonio y otra del Señor muy bien arregladas, a uno y otro lado, a más de otros detalles, entre ellos una infinidad de reliquias colgadas, forman un bonito conjunto, una verdadera obra de arte.

         En un pequeño coro hay un antediluviano órgano (cuyo sistema jamás hemos visto) que empieza a preludiar. Los fieles, que formaban una masa compacta, se disponen para el santo sacrificio, que va a empezar. El sacerdote antes citado dice una misa rezada, y luego, el digno párroco de Trasierra, don Santos Velázquez, dijo otra cantada, que fue oficiada por el activo organista de Fuente del Arco y la simpática señorita María de Lara.

El señor Carmona se hizo cargo del púlpito, el cual pronunció con amena y fácil palabra un  hermoso y sentido panegírico, haciendo ver a los fieles allí congregados cuánto debían a la Virgen y cuánto debían amarla.

Concluida la misa, y en pleno campo, la gente se divertían en grupos que con mantas y viandas iban de aquí para allá, esquivando la acción del sol, buscando la sombra.

LAS MERIENDAS

Llegó la hora de las típica merienda, esa hora pesada de estos calurosos días en que todo parece reposar, en que todo es silencio, quietud, y que esa misma calma y silencio es más grato en el campo, porque es interrumpido de vez en cuando por el susurro de la arboleda cuando suavemente es agitada por el aire o bien por el débil revoletear de unos pajarillos entre el ramaje.

Disponíamos a entregarnos también a la gula, cuando fuimos galantemente invitados por unos amigos. Aceptamos gustosos y, si deliciosa y suculenta fue la comida, encantador era el lugar que naturalmente se nos ofrecía para ella.

Pocas veces he sentido esa sensación de venturas inefables que aquí sentí al contemplar la Naturaleza en toda su magnitud de encantos. Yo invitaría a esos artistas, a esos enamorados de las delicias naturales, a visitar el lugar donde se encuentra enclavado el vetusto santuario del Ara.

Comíamos y admirábamos la placidez del lugar: la interminable fila de corpulentos álamos dispuestos con esa simetría que la mano maestra de la Naturaleza suele poner en sus obras, parecían elevarse para refrescar el caluroso ambiente, ofreciéndonos su bienhechora sombra bajo la cual nos cobijamos;  el murmullo de unas ribereñas y cristalinas aguas, que suavemente se deslizaba junto a nosotros; el ruiseñor que emitía sus sonoras y delicadas notas, entonando un himno ideal; y un dulce airecillo que, luego de agitar levemente el follaje, venía aromatizando a acariciarnos y ofrecernos los embriagadores perfúmenes de aquellas flores campestres ¡Cuánto sentimos no ser poeta para haber hecho una poesía! Extasiados estábamos cuando, de pronto, los amigos, la bullanguería con su ¡al baile! Y la desdichada música de un arcaico instrumento (el acordeón) nos distrajeron; la merienda había acabado y el baile empezaba.

EL BAILE

Éste estuvo animadísimo. Terpsícore estaría muy satisfecho ante el número de fieles que le rendían culto. A los acordes del instrumento daban vueltas y revueltas entregados frenéticamente a la danza; cansados, sudaban a más no poder y, no obstante, seguían bailando. La juventud se había desbordado en torrentes de alegría, de luz, de amor y de todo lo susceptible de desbordarse en esta edad y en el mes de mayo, corazón de la primavera. Así permanecieron casi toda la tarde.

El género femenino era bastante aceptable. Las muchachas bonitas de Fuente del Arco, alegres, risueñas, supieron dar realce, constituyendo quizás la nota más simpática de la fiesta. Y para que vea el lector que no nos equivocamos, ahí va una preciosa guirnalda que formamos con fragantes rosas primaverales: Antonia y Josefa Pablos, Rosalía y Braulia López, Dolores Ruiz, María Santos, Ricarda y Ana Muñoz, Rosario Fernández, Amalia Rioja, Purita Alvarado, Rafaela Bernabé, María de Lara, Elena Castillo, María Gálvez, Carmen Azuaga, Ana Bueno, Ángeles Suero, Emilia Gálvez, , Alfonsa y María Barrada (¡oh, beldad), Facunda Rico, Catalina Canelada y Calixta y Antonia Maldonado.

Entre las señoras vimos a doña Julia y doña Ángela Gallego, doña Manuela Paz, doña María Hurtado, doña Elena Millot, doña Ana Santos y doña Cándida Boza.

Y entre el sexo fuerte, que a veces es más débil, vimos a los señores Juan Izquierdo, Juan Lozano, Antonio Bueno, Salvador Pablo, Fernando Lara, Cándido Gálvez, Nicasio Santos, Urbano Ruiz, Antonio y Claudio Villazán, Santiago Olivera, Eduardo López, Narciso Fornelio, Manuel Ruiz, Antonio Barragán, Valentín Muñoz, José Paisano, Valentín Gómez, Salvador Calle, Ángel Mérida, Juan Y pedro Gálvez y Leopoldo Millet. Además vimos a don Constantino Escobar Rodríguez y a don José Morillas Garrido, maestros de Trasierra y Fuente del Arco, respectivamente.

DESPEDIDA

Terminó el baile y la gente iba a despedirse de la Virgen hasta otro año. Nosotros también lo hicimos y nos encontramos con la preciosa voz de la señorita María de Lara, que cantaba una Salve de despedida a la Santísima Virgen, muy sentimental por cierto.

La gente marchaban y la Virgen al despedirles parecía querer abrir sus brazos para estrechar a sus hijos por última vez; una lágrima de despedida nos pareció ver correr dulcemente por una de sus divinas mejillas.

UN COMENTARIO

Fiestas como estas merecen plácemes. Felicitamos a todas las personas que han contribuido a la fiesta y a los hijos de Fuente del Arco por haber llevado a ella todo su entusiasmo, toda su fe, todo su amor y cuanto hayan podido llevar en honor a la Virgen.

Pueblo altruista y de buenos sentimientos, sabe corresponder en la medida de sus fuerzas a los beneficios recibidos por la Virgen; saben demostrar su infinito agradecimiento para con su divina madre, siempre pródiga y bienhechora.

Nosotros les alentamos para que pronto se repita esta fiesta en honor de la Virgen del Ara. No desfallezcáis en el amor a Ella; pues la fe que abrigáis en vuestros pechos puede servir de estímulo a otros pueblos, puede servir de ejemplo a los demás hombres. Además, cumplís con uno de los deberes más grande que hay que cumplir aquí en la Tierra.

Y por último, esta fiesta ha constituido un timbre de honor, una página de gloria y de altruismo que los hijos de Fuente del Arco han escrito con rasgos indelebles en su brillante e inmaculada historia, como buenos y honrados ciudadanos.- Fdo: Manuel Morillas Garrido

Trasierra, mayo de 1925

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