(Fotografía cedida por Juli Ibáñez)
Después
de analizar y estudiar con detenimiento las Actas Capitulares de Azuaga,
Guadalcanal, Llerena, Valverde…, correspondiente a los tiempos pasados (Antiguo
Régimen, más la práctica totalidad del siglo XIX y las primeras décadas del XX),
hemos podido comprobar la validez del aquel dicho que llamaba la atención sobre
el hambre y las necesidades que rodeaban a los maestros y enseñantes en general,
que no era mayor que la ignorancia del pueblo llano y la prepotencia de las
clases o estamentos favorecidos.
En
efecto, como en los tiempos a los que nos referimos la enseñanza corría a cargo de las arcas
municipales, en las referidas actas se advierte con claridad que las partidas
presupuestarias de los Ayuntamientos destinadas para cubrir estas importantes
parcela eran despreciables o inexistentes, siendo, en cualquier caso, las
primeras en sufrir recortes cuando la hacienda concejil entraba en apuros,
circunstancia usual; es decir, como ahora…, lo de los recortes.
Y,
como muestra, la crónica que sigue correspondiente a Casas de Reina, según
aparece en el periódico el Orden (de Badajoz), en su edición del 30 de abril de
1892, que pone de manifiesto el mando en plaza del prepotente alcalde y el hambre
del sufrido maestro.
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