El partido de llerena a finales del XVIII

El partido de llerena a finales del XVIII

domingo, 4 de octubre de 2009

EL PARTIDO DE LLERENA DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

(Publicado en las Actas de las IX Jornadas de Historia en Llerena, 2008)
RESUMEN:
Las circunstancias y urgencias propias de esta guerra determinaron un mayor protagonismo gubernativo y administrativo de Llerena, recuperando sus autoridades las amplias competencias que ya habían tenido con anterioridad en el extenso partido que gobernaban. Por ello, a Llerena llegaban órdenes y otras instrucciones procedentes de la Junta Central Suprema de Gobernación del Reino, de la Junta Suprema de Badajoz y de los cuarteles generales de los ejércitos nacionales o, en tiempos de ocupación, de las autoridades civiles francesas asentadas en Zafra y de los cuarteles del ejército invasor. Estas órdenes eran difundidas en forma de decreto por todos los pueblos de su jurisdicción, vigilando que las autoridades locales las recibieran y acatasen. Precisamente, el estudio y análisis de dichos decretos, aparte otras fuentes, nos sirven de guía para conocer la evolución de la guerra en Llerena y su partido histórico.

I.- DESDE LA CONSTITUCIÓN DE LA JUNTA PATRIÓTICA DE LLERENA (1/07/1808) HASTA LA DERROTA ESPAÑOLA EN MEDELLÍN (29/03/1809)

En 1808 el partido de Llerena, pese al recorte territorial y de competencias administrativas que venía sufriendo desde mediados del XVII, era uno de los más extensos de la provincia de Extremadura. Sus autoridades progresivamente tuvieron noticias del Motín de Aranjuez, de los sucesos del 2 de Mayo en Madrid y de la forzada abdicación de Fernando VII en favor de José Bonaparte el día 5 del mismo mes. Más concretamente, la iniciativa y disposición de los alcaldes de Móstoles fue conocida oficialmente por el gobernador interino y alcalde mayor de Llerena, don Fernando Camborda, sobre las tres de la madrugada del día 5 de Mayo, noticias que puso en conocimiento de las autoridades civiles y religiosas locales, y también en el del resto de los pueblos de su jurisdicción.

Los hechos citados despertaron en el seno del pueblo llano la indignación contra los franceses, sospechando de sus obscuras intenciones. Por ello, a espaldas del poder establecido, a finales de Mayo se constituyeron en las distintas provincias españolas las denominadas juntas supremas provinciales, cada una actuando de forma soberana y, en principio, anárquica y descoordinadamente.

La de Extremadura debió constituirse en los primeros días de Junio. Días antes, el 31 de Mayo se constituyó la de Sevilla, arrogándose inicialmente esta Junta Suprema la facultad de representar y defender en exclusividad los intereses de Fernando VII en el reino. De hecho, en el partido de Llerena se siguieron al principio órdenes procedentes de Sevilla, constituyéndose el primero de Junio la Junta Patriótica local, con facultad para tutorar y controlar los asuntos de la guerra en todos los pueblos de su partido histórico. Dicha junta quedó constituida así:
- Don Francisco María Riesco, inquisidor decano, que más tarde fue miembro de la Junta Suprema de Extremadura y diputado en las Cortes Constituyentes de Cádiz.
- Licenciado don José Joaquín Casquete de Prado, provisor y juez eclesiástico, que también fue miembro de las Cortes Constituyentes de Cádiz.
- Don Francisco Hernández Santa Cruz, regidor perpetuo y decano.
- Don Fernando Aguilar y Vadés, del estado de hidalgos.
- Don Juan Vázquez Fernández, abogado de los Reales Consejos.
- Don Fernando de Medina, administrador de todas las rentas y teniente del ejército retirado.
- Y, como secretarios, los tres escribanos supernumerarios de gobernación: Diego Vizuete, Manuel de Guillamer y Lorenzo Maesso (1).

En definitiva, una junta patriótica controlada por el clero y de la que excluyeron a Camborda, gobernador interino y alcalde mayor, y a la práctica totalidad de los regidores perpetuos, salvo a Hernández Santa Cruz. Esta circunstancia no fue bien acogida por las personalidades descartadas, situación que inmediatamente dio origen a sucesivas polémicas y disensiones, la primera de las cuales se resolvió con el traslado de Camborda a Hornachos.

Tras su constitución, la primera sesión se celebró el 6 de Junio, acordando trasmitir a las autoridades de los pueblos del partido las órdenes y otras decisiones administrativas, políticas y militares recibidas desde Sevilla sobre el alistamiento de voluntarios. Pocos días después, ahora siguiendo disposiciones tomadas por la Junta Suprema de Extremadura y según datos tomados de los archivos municipales de Guadalcanal, Valencia de las Torres y Valverde de Llerena, la junta se implicó activamente en las funciones que les eran propias, recibiendo, trasmitiendo y ejecutando distintas órdenes relacionadas con el obligatorio alistamiento y avituallamiento de soldados para constituir el ejército de Extremadura, interesándose igualmente por los desertores, por las personas sospechosas de distribuir papeles subversivos “pagadas por el enemigo y que fomentan la desunión y animan a deserta” (2), y estimulando, por lo contrario, a prófugos por distintos delitos, manifestando que se les trataría con magnanimidad si tomaban la decisión de alistarse en defensa de la Patria.

Buena muestra de las actividades de la Junta Patriótica de Llerena se localizan en una certificación de los secretarios de la misma, dando cuenta de sus gestiones hasta primero de octubre de 1808. Entre los documentos generados y las actuaciones realizadas, aparte las actas que recogían las distintas sesiones de dicha Junta, relacionaron:
- Varios cuadernillos de órdenes recibidas de la Junta Suprema de Extremadura.
- En consecuencia, otros con decretos remitidos desde Llerena a las juntas patrióticas de los pueblos y ayuntamientos de su partido.
- Un informe sobre el establecimiento de rondas en el interior de Llerena y nombramiento de guardas para sus puertas y otras entradas, en previsión de “cualquier ocurrencia que sobreviniese”.
- Numerosos cuadernos de alistamientos de mozos en Llerena y pueblos de su partido.
- Registros de donativos voluntarios.
- “Papeles” sobre confiscación de bienes, entre otros al conde de Campo Alange y al duque de Uceda.
- Numerosos cuadernos sobre contribuciones habituales y otras nuevas para afrontar las necesidades del momento.
- Otros documentos para registrar las distintas remesas de avituallamientos para el ejército, tanto en ganados como en granos, otros alimentos, ropas, telas, etc.
- Otro, “secreto” sobre reconocimiento de papeles sediciosos y subversivos.
- Un expediente sobre habilitación de una partida para la persecución de contrabandistas y malhechores.
- El relativo a los 4.844 soldados alistados entre Llerena y pueblos de su partido (3).

A finales de Septiembre de 1808, en Aranjuez se constituyó la Junta Central Suprema de Gobierno del Reino, institución que desde el primer momento se hizo cargo de los asuntos de la Guerra y otros de carácter nacional, quedando el ejército de Extremadura bajo su competencia. La primera actuación de envergadura de dicha Junta Central fue coordinar los distintos ejércitos nacionales, entre ellos el de Extremadura, organizándoles para presionar a los franceses en el valle del Ebro, donde se habían concentrado tras su derrota en Bailén. Pero allí, los aproximadamente 60.000 efectivos españoles se encontraron en el otoño con el enemigo reforzado con más de 250.000 soldados de todas las armas, perfectamente adiestrados y pertrechados, bajo la personal dirección de Napoleón, que sin apenas esfuerzo les derrotó sin contemplación. En lo que más nos atañe, el ejército de Extremadura prácticamente desapareció tras los distintos enfrentamientos que mantuvieron en la provincia de Burgos, sufriendo numerosas bajas y deserciones. Los escasos efectivos que persistieron padeciendo nueva derrota en las proximidades de Madrid, ahora en unos momento en los que la Junta Central se vio forzada a abandonar Madrid para, tras descartar su traslado a la plaza fortificada de Badajoz, refugiarse por fin en Sevilla.

En los archivos municipales consultados encontramos amplias referencias de estos últimos acontecimientos. Concretamente tenemos noticias de los días previos a la irremediable entrada de Napoleón en Madrid, situación angustiosa que los madrileños comunicaron mediante posta, pidiendo auxilio a todo el reino, imitando así a la proclama de los alcaldes de Móstoles ante los acontecimientos del 2 de Mayo. Dichas noticias llegaron a Guadalcanal en la mañana del 6 de Diciembre, desde Puebla del Maestre y procedentes de Montemolín, Fuente de Cantos…, Miajadas y el resto de los pueblos de la ruta entre Badajoz y Madrid. De esta capital, el primero de Diciembre partieron por distintos itinerarios varios emisarios pidiendo auxilio e indicando que las justicias de cada pueblo de las rutas establecidas debían actuar como centro emisor a los de su contorno. Para ello, dejaban en manos de las autoridades locales la estrategia a seguir para que la trágica noticia se difundiese con la máxima eficacia. La copia que llegó a Guadalcanal procedía, como se ha dicho, de la Puebla del Maestre, con la advertencia de que estos acontecimientos ya eran conocidos en Llerena, por lo que debían difundir la petición de auxilio hacia Sevilla, a través de Alanís. Textualmente decía:

Madrid está amenazada del ataque inminente de los franceses que se hayan muy próximos. En su consecuencia, manda el Consejo Real a todos los corregidores, alcaldes mayores y ordinarios que en el momento, y sin más dilación, despachen al socorro de esta capital la gente armada que sea posible, especialmente con armas de fuego, reunificándose si fuere exigible en el camino de los más inmediato para venir en la mayor fuerza y opondrán los estorbos que se ofrezcan, haciéndoles cuanto daño puedan. Circulen la orden de pueblo en pueblo… (4)

De nada sirvió la petición de ayuda anterior, pues ya el 4 de Diciembre, tras derrotar de nuevo a lo que quedaba del ejército español y extremeño en el paso de Somosierra, los franceses entraron en Madrid.

Pese a la debacle y las numerosas deserciones del otoño de 1808, volviendo nuevamente sobre el ejército de Extremadura, durante los meses de Enero y Febrero se consiguió reorganizarlo, quedando a cargo del general Gregorio de la Cuesta y con el inmediato objetivo de contener a los franceses en su decidido avance desde Madrid hacia Extremadura. Por ello, temiendo no poder contenerlos en los pasos del Tajo y del Guadiana, y sospechando que la intención de los invasores era la de encaminarse hacia Sevilla, ciudad donde se había refugiado la Junta Central Suprema de Gobierno, se dieron determinadas órdenes para fortificar las posibles rutas a su paso por Sierra Morena. Así, los zapadores, con ayuda del vecindario de los distintos pueblos de las posibles rutas, organizaron puntos de resistencia en los Santos, Monesterio, el Culebrín, Santa Olalla, el Ronquillo…, haciendo lo propio en la ruta alternativa a su paso por Guadalcanal. Siguiendo estas pautas, en esta última villa el 2 de Febrero de 1809 se convocó una sesión de la Junta Patriótica local, a la que habían sido expresamente invitados un maestro alarife, dos vecinos conocedores del término de Guadalcanal y Antonio Clarato y Sama, coronel del ejército de Extremadura. Este último asistía como comisionado para el reconocimiento de los caminos, veredas, tránsito y desfiladeros que pudieran servir de paso al ejército francés y a sus carretas a través de Sierra Morena. En el acta correspondiente aparece descrito el plan de defensa de la zona, dando detalles minuciosos sobre las obras a emprender en ciertos puntos estratégicos y de paso forzado por los invasores (5) .Además de las medidas anteriores, la Junta Central adoptó la estrategia de fomentar partidas de guerrilla y de preparar las denominadas milicias urbanas para incomodar al enemigo, impidiendo así la obtención de víveres mediante acciones por sorpresa en los puntos neurálgicos del sistema de comunicaciones.

II.-PRIMERA INVASIÓN DURANTE LA PRIMAVERA DE 1809
Siguiendo el plan establecido anteriormente, el grueso de la reconstruida tropa extremeña se instaló en el Puerto de Miravete, en el puente de Almaraz y en Medellín, de donde definitivamente fueron desalojados el 29 de Marzo, tras una polémica batalla en la que, según el posterior informe de su general en jefe, D. Gregorio de la Cuesta, tenían prácticamente ganada, aunque falló a ultima hora por la tibieza con que se empleó la caballería española. Esta seria derrota provocó una penosa y desesperada retirada del ejército de Extremadura hacia el sur, dejando al enemigo a las puertas de Badajoz y la práctica totalidad de la zona central y oriental de la actual provincia de Badajoz a su alcance. Concretamente, tras la derrota en Medellín, el Cuartel General de los españoles se instaló en Berlanga; toda la caballería, comandada por el general Villalba, en Llerena; la división de Andalucía, comandada por el duque de Alburquerque, en Azuaga; la división de Guadalupe, al frente de la cual estaba el general Barredo, en Granja de Torrehermosa; el duque del Parque, con la vanguardia y la primera división, en Ahillones; en Reina la segunda división con su comandante el general Imaz; la tercera, bajo el mando del general Portago, en Fuente del Arco; y el hospital general en Guadalcanal (6). Al parecer, aunque el Cuartel General se trasladó poco después a Monesterio, estas posiciones se mantuvieron en manos españolas, pero no la de los otros pueblos del resto del partido de Llerena y los de la zona central y oriental de la actual provincia de Badajoz, en donde, obviamente, se vieron forzados a proporcionar a los invasores cuantos avituallamientos estimaron oportuno exigir, so pena de saqueos arbitrarios. De ello, tenemos una clara referencia en Hornachos, en donde precisamente ejercía como alcalde mayor en que lo fue de Llerena, Sr. Camborda.

Al parecer, los franceses, tras exigir el botín de guerra, se retiraron del Partido de Llerena y de la Baja Extremadura a otras zonas más acorde con sus estrategias. Dicho repliegue dio pie a ciertos ajustes de cuenta entre los distintos clanes políticos de cada pueblo, acusándose unos a otros de tibieza ante los requerimientos de los franceses. El ejemplo más palpable, volviendo otra vez sobre Camborda, fue el acoso que recibió por parte de los miembros de la Junta Patriótica de Llerena, que aún le tenían en el punto de mira. Pero también en esta ciudad existieron divergencias y lucha por el poder, disputas que en realidad no cesarían hasta terminar la guerra. En efecto, insistiendo sobre este asunto, que no fue trivial, ya hemos considerado los enfrentamientos entre la Junta Patriótica y el entonces alcalde mayor y gobernador interino, Sr. Camborda. A éste le sustituyeron Antonio Muñoz Santiago, como gobernador, y Amat Robles, como alcalde mayor. El tal Amat -personaje que más adelante dio muestras de su oportunismo y arrivismo, sirviendo y defendiendo indistintamente la causa española y la de los invasores- “disfrutó” rápidamente de la enemistad de su inmediato superior, el gobernador Muñoz, de quien tuvo que defenderse (7). Además, Antonio Muñoz Santiago –caballero de la Orden de Alcántara, coronel de caballería de los reales ejércitos, gobernador político y militar del partido de Llerena y comandante del cuerpo de milicia honrada, que también se autoproclamaba presidente de su junta patriótica- inmediatamente que tomó posesión de su cargo, y con la ayuda de los desairados regidores perpetuos que gobernaban Llerena antes de la constitución de su Junta Patriótica, intentó vaciar de funciones a dicha Junta. Al parecer, a la vista de los decretos que procedentes de Llerena llegaban a los pueblos de su partido, este objetivo lo consiguió plenamente, una vez que Riesco y Casquete abandonaron Llerena para asumir puestos de mayores responsabilidades. El momento más álgido de esta lucha por el poder tuvo lugar con motivo de los actos programados para celebrar la victoria española en la batalla de Talavera (28/07/1809), que terminó como el rosario de la aurora, precisamente en la Iglesia Mayor de Nuestra Señora de la Granada (8).


III.- TIERRA DE NADIE DURANTE 1810
Ninguna otra noticia significativa durante el resto de 1809. Los franceses se marcharon de nuestra zona en Mayo, centrándose los acontecimientos bélicos en Portugal y en el norte de la Península. Pero a primeros de 1810, controlada por los invasores la práctica totalidad septentrional de España, el pesimismo se apoderó de nuestros antepasados, una vez conocidas las intenciones del enemigo por ocupar Extremadura y Andalucía, operación que acometieron sin apenas resistencia. En efecto, los gabachos avanzaron por el norte decididamente sobre Extremadura, bajo el mando del mariscal Massena, apoderándose de Olivenza ya el 22 de Enero e iniciando el cerco a Badajoz el 26 de dicho mes. Al mismo tiempo, el 20 de enero y bajo el mando del mariscal Soult, los invasores penetraron por Despeñaperros, ocupando sin apenas resistencia la totalidad de Andalucía en sólo un mes, salvo el fortín de Cádiz. Concretamente y en lo que más nos podría afectar, el primero de Febrero se apoderaron de Sevilla, no conformándose Soult con esta ocupación, sino que inmediatamente puso sus ojos en Cádiz (ciudad a donde definitivamente tuvo que trasladarse la Junta Central Suprema del Reino y que la cercó el 6 de Febrero) y sobre la plaza fortificada de Badajoz, enclave ya sitiado por Massena y que resistía heroicamente al acoso francés. Por ello, es a partir de esta fecha cuando empieza a actuar por nuestra zona el 5º Cuerpo del ejército francés o del Mediodía, cuyas tropas atravesaron repetidas veces las tierras del partido de Llerena por diferentes rutas para reforzar el cerco de Badajoz.

En definitiva, las comarcas sureñas de la actual provincia de Badajoz se convirtieron por entonces en una zona de paso para la columna móvil francesa que continuamente se desplazaba desde Sevilla a Badajoz y viceversa, deteniéndose sólo en los pueblos de la ruta para repostar y descansar. Naturalmente, esta circunstancia determinaba grandes perjuicios a sus desafortunados vecinos, pues en su paso los invasores se apoderaban de todos los suministros que podían. Es decir, en estas fechas lo prioritario para el ejército francés del Mediodía era el cerco de Badajoz, la defensa de Sevilla y el acoso a Cádiz, no teniendo en absoluto la menor intención de dispersar su ejército ocupando y supervisando la gobernación de los pueblos de las rutas establecidas y los que le eran próximos. Y en esta situación llegamos a Mayo, fecha hasta la cual las autoridades de Llerena, mediante decretos firmados por Muñoz Santiago, seguían ocupándose de los asuntos de la guerra en los distintos pueblos de su partido, siempre recogiendo ordenes superiores procedentes de Junta Superior (instalada desde la rendición de Sevilla en Cádiz), de la Junta Suprema de Extremadura (también desde febrero instalada en Valencia de Alcántara al amparo de los ejércitos ingleses y portugueses) o de los generales españoles del denominado ejército de la izquierda.

No fue, por lo tanto, hasta Mayo de 1810 cuando los franceses se interesaron por la ocupación permanente y la administración política de los pueblos que nos ocupan, interés y control que, precisamente por los avatares de la guerra, no consiguieron de forma plena. En efecto, algunos pueblos, como Guadalcanal, lo ocuparon ininterrumpidamente hasta Agosto de 1812, mientras que en otros, dadas las continuas escaramuzas del ejército de la Izquierda, que comandaba el marqués de la Romana, unas veces quedaban sometidos a los franceses y otras liberados por los españoles. De ello era consciente la Junta Suprema de Extremadura, que desde la sitiada Badajoz en Abril se dirigía al gobernador de Llerena pidiendo informe sobre los pueblos del partido invadidos (9). Desconocemos si dicho informe pudo llevarse a cabo, pues concretamente Llerena debió ser ocupada en fechas inmediatas a la considerada, siendo éste el último decreto visado por el Sr. Muñoz, que debió abandonar la ciudad y su cargo nada más ver al primer francés por sus alrededores.

Y debió ser así porque entre Mayo y Septiembre del año que nos ocupa, no encontramos en los archivos municipales de los pueblos del partido de Llerena órdenes españolas tramitadas desde Llerena. Por lo tanto, no sólo esta ciudad sino la mayor parte de la zona sur, central y oriental de la actual provincia de Badajoz debieron estar ocupadas por los franceses, que intencionadamente permanecieron por aquí para aprovechar la época veraniega y hacer acopio de cereales y paja. No obstante, tenemos referencias de que existió un paréntesis intermedio, concretamente durante la primera quincena de Julio, fechas durante las cuales la administración del partido quedó nuevamente bajo la competencia de la Junta Patriótica de Llerena, pues Muñoz y Amat ya habían abandonado sus responsabilidades políticas y administrativas. Y estas órdenes principalmente tenían como finalidad exigir alistamientos y avituallamientos (10), objetivos que no pudieron cumplirse, pues en Agosto ya estaban otra vez los franceses por la zona, emprendiendo cierta acción en Fuente de Cantos (1/08/10) (11) e instalándose en Llerena. Y en esta ciudad permanecieron hasta recibir refuerzos de Sevilla con miras a cortar el paso al ejército español denominado de la izquierda, que bajo el mando del marqués de la Romana pretendía por aquellas fechas atacar y liberar la ciudad hispalense. Es decir, los franceses decidieron librar el 11 de Agosto en Cantalgallo, en las proximidades de Llerena y no en Sevilla, la batalla más cruenta, junto a la de la Albuera, de las emprendidas en la Baja Extremadura, sorprendiendo y derrotando a los más de diez mil efectivos españoles comandados por el marqués de la Romana y los generales Ballesteros, Cuesta, Imaz y Mendizábal, que todos ellos estuvieron implicados en la derrota (12). Poco después, confirmando la superioridad enemiga, el 14 y 15 de Septiembre volvieron a enfrentarse en Fuente de Cantos (13), nueva derrota que determinó la retirada momentánea del ejército español de la izquierda, unos efectivos hacia la frontera con Portugal y la mayoría, al mando del marqués de la Romana, hacia Portugal, a donde acudieron para apoyar a ingleses y portugueses en la defensa de la línea de Torres Vedrás.

Tras la retirada del ejército nacional de la Izquierda de esta zona en Septiembre de 1810, los franceses hicieron lo mismo, centrándose la confrontación en Portugal y en el eterno asedio a Badajoz, por lo que el otoño de 1810 fue relativamente tranquilo en los pueblos de nuestro partido. Aprovechando esta coyuntura y una vez que los invasores desalojaron Llerena, Matías Cebrián López -uno de los regidores perpetuos díscolo y crítico con las actuaciones de los miembros de la Junta Patriótica, a los que desautorizó aliado con los otros regidores perpetuos y con Antonio Muñoz, el gobernador- se hizo con el poder en la ciudad, circunstancia de la que hacía gala cuando trasmitía ordenes superiores a los pueblos del partido, en calidad “de la omnímoda real jurisdicción de Llerena y su partido, por legítima elección” (14).

A juzgar por los decretos tramitados y firmados por Matías Cebrián, parece ser que desde septiembre de 1810 la práctica totalidad del partido quedó nuevamente en manos españolas, circunstancia que se aprovechó para seguir insistiendo en el reclutamiento y alistamiento iniciado en los primeros días de julio que, como ya se dijo, no pudo llevarse a cabo por la inmediata reocupación francesa. Igualmente se aprovechó la ausencia del enemigo para solicitar más avituallamiento para la tropa, “teniendo atención a que los valientes soldados no deben carecer de lo necesario y teniendo en cuenta que los pueblos que lo sostienen (donde estaba en cada momento el cuartel general y las distintas divisiones) padezcan lo menos… por ello se ha elaborado un plan con toda meticulosidad para que todos los pueblos del partido de Llerena contribuyan y no sólo donde están los cuarteles, excluyendo por ahora a varios de ellos por los perjuicios que les han causado nuestros pérfidos enemigos, los que he visto y han excitado mi compasión… los pueblos, con los medidas que estimen oportuna trasportarán un día para tres las raciones asignadas, y no distraerse continuamente en sus labores. Y los de Guadalcanal, Valverde de Llerena, Ahillones, Berlanga, Azuaga, Granja, Magulla y Campillo harán una remesa anticipada de ocho días y, concluyendo esta seguirán con el mismo orden… ”(15)

IV.- BAJO LA ADMINISTRACIÓN FRANCESA DESDE ENERO DE 1811 HASTA LA PRIMAVERA DE 1812

La relativa tranquilidad en los pueblos del partido durante el otoño de 1810 cambió totalmente justo al iniciarse 1811. En esta fecha el mariscal Soult penetró en Extremadura, desde Sevilla, con dos objetivos: tomar de forma definitiva la ciudad fortificada de Badajoz, sitiada prácticamente sin interrupción desde Marzo de 1810, y también, según López Fernández, “atraerse así a parte de los efectivos españoles que en la línea defensiva de Torres Vedrás contenían a la fuerzas de Massena en su intento de apoderarse de Lisboa” (16).

El primero de los objetivos se consiguió el 11 de Marzo, tras la polémica rendición de la exhausta ciudad de Badajoz, paradigma de la resistencia española y cuya capitulación representó un golpe de efecto que facilitaría el control francés de la mayor parte de Extremadura, como así fue. En efecto, la heroica rendición de Badajoz, tras un año de asedio casi ininterrumpido, marcó el punto de inflexión en el desarrollo de la guerra, considerando los franceses que con dicha rendición el sometimiento de Extremadura era total. Sin embargo, días después, una vez consolidada la plaza de Badajoz y de dejarla debidamente defendida, el general Latour-Maubourg se retiró hacia Sevilla, siendo su retaguardia acosada por la caballería de vanguardia del 5º ejército aliado, comandada por el bizarro conde de Penne-Villemur (17), que les persiguió y castigó en Villafranca, Zafra, Los Santos, Usagre, Llerena, Casas de Reina y Reina, limpiando la zona de enemigos, dejándolos el 20 de Abril en Guadalcanal. Una semana después, desde esta última villa los franceses intentaron recuperar Llerena, no sólo por su significado histórico sino porque en ella, en su precipitada huída el día 18 del mes en curso, habían dejado gran cantidad de víveres y otros avituallamientos. No consiguieron los invasores este objetivo, pues fueron rechazados en un enfrentamiento que tuvo lugar el 28 de Abril en las proximidades de Reina y Casas de Reina, a la altura del camino real que comunica ambas poblaciones con Guadalcanal (18).

Pese al acoso del conde Penne-Villemur, la realidad fue que, tras la rendición de Badajoz y especialmente tras la batalla de la Albuera (16/05/1811), la práctica totalidad del territorio extremeño quedó en manos de los franceses (19). Pero ahora llegaban como amigos, libertadores y nuevos administradores. Por ello, la primera intervención de los invasores fue nombrar a los nuevos miembros del Ayuntamiento, a través de los cuales presionaban con continuos y asfixiantes requerimientos de dinero, equipamientos, comidas y medios de transporte para los ejércitos imperiales, circunstancias de la que respetuosamente se quejaban las autoridades, haciéndose eco de las airadas protestas de la vecindad.

En realidad, la administración francesa en Extremadura ya se había marcado en Abril de 1810, cuando decidieron escindirla en dos provincias o prefecturas, de acuerdo con el Decreto de 17 de dicho mes y año, por el que el territorio español quedaba dividido en 38 prefecturas, con 111 subprefecturas (20). En la demarcación territorial que más se identifica con la actual Comunidad Autonómica de Extremadura se diferenciaban dos prefecturas: el Departamento del Tajo, con capital en Cáceres, y el del Guadiana, con capital administrativa en Mérida. Esta última subdividida en tres subprefecturas, fijando sus cabeceras en Badajoz, Llerena y Mérida.

Pero la efectiva administración de Extremadura por parte de los franceses no se produjo hasta después de la rendición de Badajoz y de la batalla de la Albuera, cuando Soult, general en jefe del ejército del Mediodía, “considerando destruido enteramente el ejército insurreccional de Extremadura y ocupando las plazas fuertes de todo el territorio y estando en ventaja en Andalucía y Extremadura (…) Considerando que un gran número de individuos que componían los cuerpos insurgentes han vuelto a sus hogares y desean pacíficamente entregarse a sus respectivos trabajos (…) Considerando que la paz reina en Andalucía y Extremadura, salvo las acciones de cuadrillas de bandoleros, que no tienen otro objetivo que el robo y la devastación de la propiedad privada…” decidió conceder indulto general a los militares españoles que desertaran y entregaran sus armas a los oficiales franceses, incluso ofreciéndoles la posibilidad de que, tras previo informe, pudieran incorporarse a los ejércitos imperiales, conservando su rango. Igualmente, ordenaba a las justicias de los pueblos que denunciaran a los vecinos incorporados a los ejércitos aliados o a la guerrilla, secuestrando en estos casos sus bienes (21).

Los franceses nombraron como comisario regio en Extremadura a Francisco Therán, estableciéndose por razones estratégicas en Zafra, y no en Mérida. Dicho comisario, siguiendo la Constitución denominada de Bayona y las órdenes de los militares franceses, se ocupó de la administración de la prefectura del sur de Extremadura desde el punto de vista político, religioso, hacendístico y jurídico, nombrando al clero y a los funcionarios correspondientes. Concretamente, como subprefecto de Llerena nombró a Francisco Ximenez Riquelme. Respecto al gobierno religioso, tomó la decisión de suprimir las jurisdicciones de Órdenes Militares, manteniendo en sus cargos a aquellas personas que ya ostentaban las distintas dignidades religiosas antes de la invasión y, en ausencia y rebeldía del obispo de Badajoz, nombraron a José Gonzáles Aceijas como Vicario Apostólico, hasta que en Roma tuviesen a bien nombrar nuevo obispo. Igualmente reorganizó la Real Audiencia de Extremadura, nombrando oidores adeptos a la causa francesa. Naturalmente, el gobierno militar quedó en manos de los ejércitos franceses, siendo el barón de Girard el máximo responsable de las tropas imperiales en Extremadura.

Ya en Enero de 1812, una vez elegidos, según la constitución de Bayona, las juntas municipales que debían gobernar en cada pueblo, Therán les mandó una carta-orden para que se convocara al vecindario en la Plaza Pública, y allí, juntos y congregados, presentaran juramento al Rey, José Bonaparte, siguiendo el siguiente ritual: “juramos fidelidad y obediencia al Rey, a la Constitución (de Bayona) y a las leyes”. Igualmente obligó a todos los regidores, funcionarios públicos y a los curas párrocos, beneficiados y demás componentes de los cabildos eclesiásticos para que, a título personal, hiciesen el mismo juramento, en este caso firmado de puño y letra.

Naturalmente, también se ocupó de las rentas e impuestos provinciales, determinando lo que estimó oportuno. Sobre este particular, ya en Febrero y ante el descontento generalizado de la población por los nuevos requerimientos de víveres, desde Llerena Francisco Jiménez Riquelme convocó en la citada ciudad una “Gran Junta” constituida por la municipalidad de los pueblos de su subprefectura. En ella debían presentarse los comisionados en cada pueblo, con todos los recibos de los suministros que hubiesen hecho a las tropas imperiales durante 1811. Concretamente, desde Guadalcanal llevaron la consigna, previamente estudiada en una sesión de cabildo extraordinaria, de que habían contribuido con muchos suministros, aunque “tenían pocos recibos por haberse perdido ante la gran confusión y complicación de cosas en la fijación de las divisiones y continuo paso de tropas, y que también por la prontitud con que se marchaban, muchas veces sin quererlos dar” (22).

V.- RETIRADA DE LOS FRANCESES DURANTE EL VERANO DE 1812
En la primavera de 1812 la confrontación empezó a cambiar de signo. Así, el 6 de Abril la plaza de Badajoz fue liberada por las tropas inglesas, portuguesas y españolas, ahora asociadas constituyendo el quinto ejército. Igualmente, el 28 de Agosto los franceses se vieron forzados a abandonar Sevilla. Ambos hechos representan el definitivo punto de inflexión en el desarrollo de la guerra en Extremadura, Andalucía y España, punto de inflexión que encuentra explicación en dos circunstancias favorables para los intereses españoles: la retirada de parte de los efectivos franceses localizados en la Península al centro de Europa y Rusia, y la decidida intervención del ejército anglo-portugués, una vez que lograron expulsar a los franceses de Portugal.

La reconquista de Badajoz fue muy costosa para ambos ejércitos. Pero además resultó polémica y conflictiva, a cuenta de los excesos de la tropa de nuestros aliados, los ingleses, que saquearon la ciudad y maltrataron al vecindario, circunstancias de las que se derivaron ciertos desencuentros entre los generales ingleses y españoles, así como multitud de quejas por parte de los maltrechos residentes.

Llegados a este punto, es preciso advertir que, en 1812, el mando de todos los ejércitos aliados (españoles, británicos y portugueses) estaba en manos del duque de Wellington. Igualmente, era el general Hill quien ostentaba el mando del 5º ejército aliado, precisamente el que liberó Badajoz y actuaba preferentemente por Extremadura. En definitiva, eran los ingleses quienes controlaban los asuntos de la guerra y quienes decidieron, tras la reconquista de Badajoz, continuar la campaña de acoso a los franceses fuera de Extremadura. Concretamente, Wellington desplazó su tropa hacia Salamanca, seguramente preparando la batalla de los Arapiles (22/07/1812), mientras que Hill, siguiendo instrucciones del duque, se trasladó hacia el Alentejo y el Algarbe.

Las decisiones anteriores molestaron a los generales españoles, quienes defendían la estrategia de aprovechar la derrota francesa en Badajoz para expulsarlos totalmente de Extremadura. Buena prueba de ello la encontramos en la carta que el general Moscoso remitió al ministro interino de la guerra a finales de Junio:

La retirada de los ingleses del País de Barros en Extremadura, por la aproximación de los enemigos en número de 10.000 infantes, 2.400 caballos y 12 piezas de artillería, según se confirma, da más pronta y clara idea de la poca esperanza que debe quedar a esta provincia de asegurar su recolección, la que los enemigos se apresuran a recoger y transporta, haciendo trabajar 22 horas en la siega…

Sigue Moscoso añadiendo que, mientras acontecía lo descrito, el general Hill no se decidía a atacar al enemigo, pese a disponer de una tropa muy superior a la de los franceses en Extremadura (23).

Desconocemos el eco de la carta anterior, pero lo cierto es que a primeros de Julio el general Hill reanudó la contienda en Extremadura, arrinconando en pocos días a los franceses en la zona de la Serena, de la que definitivamente saldrían los enemigos por Azuaga y Fuenteobejuna a finales de Agosto. Y éste fue el momento en el que los vecinos de esta zona de la Campiña y Sierra Sur Oriental badajocense fueron testigos directos de los últimos coletazos de la contienda bélica en nuestra provincia, en esta ocasión viendo cómo el enemigo, derrotado y humillado, la abandonaba camino de Córdoba.

Gómez Villafranca (24) nos proporciona en su apéndice documentos a través de los cuales observamos cómo nuevamente el conde Penne-Villemur, al frente de la caballería de la vanguardia del 5º ejército aliado que comandaba el general Hill, avanzaba otra vez sin apenas resistencia por la Ruta de la Plata y sus proximidades, barriendo literalmente de enemigos la zona. Así, el día 2 de Julio liberaron Santa Marta, el 3 Almendralejo y Azeuchal, el 4 Los Santos, el 5 y 6 Usagre y Bienvenida, descansando al siguiente día. Tras este receso, entre los días 8 y 9 liberaron a Villagarcía, Llerena, Guadalcanal y Valverde de Llerena, villa, esta última, donde establecieron el Cuartel General, quedando la mayor parte de la tropa aliada desplegada entre Villagarcía, Llerena y Guadalcanal, a la espera de valorar las fuerzas enemigas situadas en Ahillones, Berlanga, Maguilla, Granja y Azuaga, puntos por donde sospechaban que los franceses desalojarían la Serena, camino de Fuenteobejuna y Córdoba.

La valoración y reconocimiento del enemigo fue rápida, pues ya al día siguiente por la tarde, otra vez la caballería del conde Penne se vio involucrada en una “acción” de importancia, conocida como la de Ahillones, que no concluyó hasta el día siguiente (25).

Respecto a lo ocurrido entre el 12 de julio -día en el que el conde firma el informe de la batalla anterior- y finales de Agosto -fecha en la que definitivamente los franceses abandonan nuestra zona y Extremadura- no tenemos referencias documentales sobre los acontecimientos bélicos. Al parecer, los franceses, acantonados en Azuaga, se recompusieron con la ayuda de otros efectivos procedentes de la Serena, ocupando nuevamente Llerena y Guadalcanal. En cualquier caso, tenemos la constatación documental de que abandonaron definitivamente la zona del partido de Llerena a finales de Agosto.

VI.- DESDE LA RETIRADA DE LOS FRANCESES HASTA EL FINAL DE LA GUERRA
Sabemos que el 31 de Agosto de 1812 no quedaba un solo francés por nuestro entorno, de donde definitivamente salieron una vez que el 28 de Agosto tuvieron que rendir la plaza de Sevilla. Este momento fue aprovechado por la Junta Municipal nombrada a primeros de año por el invasor, ahora citado textualmente como “gobierno intruso”, para reunirse en sesión extraordinaria y presentar la dimisión de sus respectivos oficios. Dicha dimisión, siguiendo disposiciones de las autoridades españolas, se hacia en favor de los regidores y funcionarios que estaban al frente del gobierno municipal cuando el pueblo en cuestión fue ocupado y gobernado por los franceses. Concretamente en Llerena, en ausencia de gobernador y alcalde mayor, fue Hernández Santa Cruz -regidor decano antes de la invasión francesa y único miembro del ayuntamiento que pasó a formar parte de la Junta Patriótica de Llerena- quien, tomó las riendas de la ciudad y su partido.

A partir de estas fechas asistimos a momentos de euforia entre la vecindad, aunque seguían quejándose de los continuos requerimientos de dinero y bagajes para el ejército, ahora nacional (26), especialmente desde mediados de Octubre. Es en esta fecha cuando los ayuntamientos empezaron a gobernarse según disposiciones emanadas de la Constitución de Cádiz y cuando, una vez suprimidas las juntas supremas provinciales, empezó a funcionar en cada provincia las diputaciones provinciales constituidas tras las elecciones del primero de Octubre de 1812.

Pero los franceses no se retiraron con las manos vacías y sin destrozar todo lo que pudieron. En un informe que de forma genérica se pidió a todos los pueblos del partido de Llerena por expresa orden del comandante de la compañía Doyle, el ayuntamiento de Guadalcanal, después de dar datos pormenorizados del vecindario, indicaba:

El estado de esta población es en no poca decadencia, motivada por las invasiones que ha sufrido del enemigo en el continuo paso de ellos por esta villa, guarnición y estancia de las divisiones que han permanecido en ellas, que es incalculable los destrozos , perjuicios y exacciones que han hecho, llegando a tanto grado que en últimos de Abril y principios de Mayo próximo pasado segaron casi todas las mieses de trigo, cebada y demás para forraje para los caballos de sus divisiones, de modo que en invierno próximo anterior llegó a valer en esta población la fanega de trigo 480 reales, y los pobres andaban por las calles cadavéricos y fallecieron muchos a impulsos de el hambre.

De 1813 sólo quedan en nuestro archivo retazos de las Actas Capitulares de los pueblos consultados, que ya nada aportan sobre el estudio que se sigue, salvo ciertas peticiones de dinero y avituallamiento para la causa nacional. Durante todo este año los franceses, ahora a la defensiva, se replegaron ordenadamente hacia los Pirineos, en cuyas proximidades soportaron las derrotas definitivas (Vitoria y San Marcial), llegando los aliados a superar la frontera natural.

La Guerra concluyó a finales de 1813, tras el acuerdo de Valençay (4/12/1813). En 1814 por fin se incorporó Fernando VII, el elogiado y deseado durante todo el tiempo de la Guerra, pero que defraudó estrepitosamente, anulando la Constitución de Cádiz y todas las leyes y decretos emanados a su amparo. Se retornando, por lo tanto, nuevamente prácticas políticas y sociales cavernarias y propias de las fases más retrógradas del Antiguo Régimen, obviando las innovaciones ilustradas, el ejemplo de la revolución francesa y el sacrificio del pueblo español para recuperar para el monarca la corona que indignamente llevó hasta su muerte.
_________
(1)El texto completo de acta de constitución de la Junta Patriótica de Llerena pueden consultarlo en GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 83 y 84, Badajoz, 1908. Más datos sobre este particular en AHN, Estado, 2, A. Reconocimiento de la Junta Central por las autoridades de Llerena (6 de Octubre de 1808). Igualmente pueden consultar a MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “Llerena en 1808”, en la Revista de Fiestas Patronales, Llerena, 2008.
(2)AMG, leg. 127.
(3)AHN, Estado, 2, A.
(4)AMG, leg. 126.
(5)AMG, leg. 1.382. Libro de Actas Capitulares, carpeta de 1809.
(6)AHN, Diversos-Colecciones, 152, N. 27: Informe de M. Alós.
(7)AHN, Estado, 32, A.
(8)AHN, Estado, 80, D.
(9)AMG, leg. 1.640.
(10)AMVT, leg. 91.
(11)AHN, Diversos-Colecciones, 87, N. 15. Ligero parte de la acción de Fuente de Cantos que el general Vallesteros remite al Marqués de la Romana… 1º de Agosto (Fuente Cantos)
(12)AHN, Diversos-Colecciones, 88, N. 16. También puede consultar MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “La batalla de Cantalgallo”, en Revista de Fiestas Patronales, Trasierra, Junio de 2008.
(13)AHN, Diversos-Colecciones, 87, n. 15. Acción dada por el general de la Carrera en Fuente de Cantos el 14 y 15 de Septiembre de 1810.
(14)AMVT, Leg. 91.
(15)AMVT, leg. 91. Concretamente, Valencia de las Torres debería llevar al Cuartel de Zafra 2 fgas. de harina, 4 cabezas de ganado menor y 12 fanegas de cebada. Por otra parte, diariamente al Cuartel de Fuente de Cantos debía proporcionar 48 libras de carne, 48 raciones de pan, 6 fanegas de cebada y 30 cargas de paja.
(16)LÓPEZ FERNÁNDEZ, M. “El inicio de la invasión francesa por el sur de Extremadura en 1811”, en Revista de Estudios Extremeños, T. LXI-II, Badajoz, 2005.
(17)El conde, como se deduce de su propio nombre, era francés de nacimiento y enemigo acérrimo de Napoleón y su política imperialista, circunstancia por la que decidió unirse a la causa española contra sus propios compatriotas. Y asumió sus demostradas competencias militares con decisión y heroicismo, dejando numerosas muestras de ello. Precisamente por estas circunstancias, las Cortes de Cádiz, mediante el Decreto LXXXI de 4 de Agosto de 1811, así se lo reconoció, concediéndole “la gracia de naturaleza en los Reynos de España”.
(18)MALDONADO FERNÁNDEZ, M “La Guerra de la Independencia en la Sierra y Campiña sur badajocense: La acción de Reina y Casas de Reina”, Revista en Honor de Ntra. Sra. de las Nieves, Reina, Agosto de 2008. Sobre esta misma “acción”, también pueden consultar otro artículo en la Revista de Fiestas de la Higuera (2008), titulado “La muerte del teniente Pizarro, un higuereño héroe de la Guerra de la Independencia”.
(19)En realidad, según se quejaba el general Castaño y la mayoría de los jefes militares españoles del V ejército, los franceses se adueñaron de Extremadura tras la retirada de los aliados (por decisión personal de lord Wellington) a otras zonas limítrofes con Portugal durante Mayo de 1811. AHN, Diversos-Colecciones, 137, N. 68.
(20)Véase MARTÍNEZ DÍEZ, G. “Extremadura, origen del nombre y formación de las dos provincias”, en Anuario de la Facultad de Derecho de Cáceres, nº 2, 1983. También BURGUEÑO ÁLVAREZ, J. Geografía política de la España constitucional. La división provincial. Madrid, 1996.
(21)AMG, leg. 1.251, carpeta de 1811.
(22)AMG, leg. 1.251, carpeta de 1812.
(23)AHN, Diversos-Colecciones, 129, N. 8.
(24)GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 422 y stes., Badajoz, 1908.
(25)AHN, Diversos-Colecciones, 139, N. 61. Acción de Ayllones dada por la división de vanguardia al mando del general Conde de Penne Villemur, los días 10 y 11 de Julio de 1812. Sobre esta “acción”, también pueden consultar MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “Retirada de los franceses de la zona sur de Extremadura. La acción de Ahillones y Berlanga (10 y 11 de Julio de 1812)” en la Revista de Feria y Fiestas de Valverde de Llerena, 2008
(26)Por ejemplo, los 100.000 reales con que se cargó inmediatamente al concejo de Guadalcanal en pagas semanales de 6.868 reales (“Repartimiento semanal que se hace a los vecinos de esta villa y aldea de Malcocinado, por ahora y por una vez, para atender a los fines que se mencionan, por acuerdo del Ayuntamiento de 9 de septiembre de 1812” para cuyo efecto siguieron el libro de amillaramiento y beneficios rústico, pecuario e industrial de 1811. AMG. Leg. 648). Siguiendo con esta política de repartimientos puntuales, mencionamos también otro de Septiembre de 1813, en este caso tras solicitud del jefe político de la provincia, Carlos Rusconi, reclamando 800.000 reales de la provincia para acudir en auxilio del ejército de los Pirineos que estaba a punto de expulsar a los franceses, pero con riesgo de retroceder si no le llegaba dicha ayuda. Al partido de Llerena, donde naturalmente seguía encuadrado Guadalcanal, le correspondieron 136.000 reales de los requeridos. (AMG, Leg. 1.382, carpeta


BIBLIOGRAFIA

I.- FUENTES DOCUMENTALES:
- AHN, Diversos-Colecciones, 87, N. 15
- AHN, Diversos-Colecciones, 137, N. 68.
- AHN, Diversos-Colecciones, 129, N. 08.
- AHN, Diversos-Colecciones, 139, N. 61. Acción de Ahillones dada por la división de Vanguardia del 5º ejército, al mando del general conde de Penne-Villemur.
- AHN, Diversos-Colecciones, 152, N. 27: Informe de M. Alós.
- AHN, Estado, 2, A. Reconocimiento de la Junta Central por las autoridades de Llerena.
- AM Guadalcanal, leg. 126.
- AMG, leg. 127.
- AMG, leg. 1.251. Libro de actas capitulares, carpeta de 1810, 1811 y 1812.
- AMG. Leg. 648.
- AMG, leg. 1.382. Libro de Actas Capitulares, carpeta de 1809.
- AMG, Leg. 1.382, carpeta de 1813.
- AMG, leg. 1.640.
- AM. Valencia de las Torres, leg. 91.
- AM. Valverde de Llerena, leg. 35.

II.- FUENTES IMPRESAS
- BURGUEÑO ÁLVAREZ, J. Geografía política de la España constitucional. La división provincial. Madrid, 1996.
- GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 83 y 84, Badajoz, 1908.
- LÓPEZ FERNÁNDEZ, M. “El inicio de la invasión francesa por el sur de Extremadura en 1811”, en Revista de Estudios Extremeños, T. LXI-II, Badajoz, 2005.
- MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “Llerena en 1808”, en la Revista de Fiestas Patronales, Llerena, 2008.
- MALDONADO FERNÁNDEZ, M “La Guerra de la Independencia en la Sierra y Campiña sur badajocense: La acción de Reina y Casas de Reina”, Revista en Honor de Ntra. Sra. de las Nieves, Reina, Agosto de 2008.
- MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “La batalla de Cantalgallo”, en Revista de Fiestas Patronales, Trasierra, 2008.
- MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “La muerte del teniente Pizarro, un higuereño héroe de la Guerra de la Independencia”, en Revista de Fiestas, Higuera de Llerena, 2008.
- MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “Retirada de los franceses de la zona sur de Extremadura. La acción de Ahillones y Berlanga (10 y 11 de Julio de 1812)” en la Revista de Feria y Fiestas, Valverde de Llerena, 2008.
- MARTÍNEZ DÍEZ, G. “Extremadura, origen del nombre y formación de las dos provincias”, en Anuario de la Facultad de Derecho, Cáceres, nº 2, 1983.
- www.manuelmaldonadofernandez.blogspot.com
- www.llerenahistoriadelpartidode.blogspot.com

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