El partido de llerena a finales del XVIII

El partido de llerena a finales del XVIII

viernes, 26 de noviembre de 2010

TRES NOMBRES PARA UN MISMO PUEBLO: VALVERDE DE REYNA, SIMPLEMENTE VALVERDE Y VALVERDE DE LLERENA.

  • (Publicado en la Revista de Valverde, 2002)

    Y a punto estuvo de conocer una cuarta denominación: Valverde de Cazalla. Por encima de lo puramente anecdótico, lo más importante sería poder explicar con exactitud el origen del topónimo principal. La respuesta ofrece serias dificultades, tan serias que la desconozco. No obstante, se podrían formular hipótesis, como imaginar que con este nombre (valle verde) se conocía bajo dominación musulmana, o que, como también ya se ha sugerido, fuese un caballero santiaguista, Rodrigo de Valverde, el encargado o promotor de su poblamiento.


    Sin embargo, si bien no podemos dar explicaciones sobre el origen del nombre de nuestro pueblo, sí encontramos explicación a sus distintas acepciones o apellidos, que naturalmente responden a las diversas dependencias administrativas que le afectaron a lo largo de su historia.

    En efecto, como ya tuve la suerte y oportunidad de comunicar(1), Valverde fue fundado en la segunda mitad del siglo XIII en la primitiva donación de Reyna. Formaba, por lo tanto, parte del extenso territorio que en 1246 Fernando III el Santo donó a la Orden de Santiago y que incluía a los actuales pueblos de Ahillones, Azuaga, Berlanga, Bienvenida, Cardenchosa, Casas de Reina, Fuente del Arco, Granja, Guadalcanal, Llerena, Maguilla, Malcocinado, los Rubios, Trasierra, Usagre, Valverde y Villagarcía.

    Más tarde, desde finales del siglo XIII y a lo largo del XIV, en la primitiva demarcación de Reyna aparecieron cinco circunscripciones:
    - La villa maestral de Llerena, con las aldeas de Cantalgallo, Maguilla-Hornachuelo, Higuera-Buenavista-Rubiales y Villagarcía.
    - La Comunidad de Siete Villas de la encomienda de Reina, con dicha villa y los lugares y términos de los Ayllones de Reyna, Berlanga, Casas de Reyna, la Fuente el Arco, Trassierra de Reyna y VALVERDE DE REYNA.
    - La encomienda de Azuaga, integrada por esta villa, el lugar de Granja y las aldeas de Cardenchosa y los Rubios.
    - La encomienda de Guadalcanal, en cuyo término se encontraba la aldea de Malcocinado.
    - Y la encomienda de Usagre, con dicha villa y el lugar de Bienvenida, más tarde (finales del XV) también encomienda.

    Es decir, nuestro pueblo seguía enmarcado en la encomienda de la villa de Reyna y, como la mayoría de los otros lugares de su circunscripción, se denominaba y conocía con relación a dicha villa cabecera: VALVERDE DE REYNA, que así aparece referenciado en los documentos y textos antiguos.

    Dentro del contexto territorial considerado, el concejo de Llerena, fundado sobre 1284, empezó a descollar, no solamente entre los de la demarcación de Reina sino también en todo el territorio santiaguista de la actual Extremadura (unos 9.000 km2), que desde mediados del siglo XV se dividió en dos partidos: el de Llerena y el de Mérida. Quedaban bajo la jurisdicción del gobernador de Llerena: Aceuchal de Ribera, Ayllones de Reyna, Arroyomolinos de León, Azuaga (con las aldeas de Cardenchosa y los Rubios), Bienvenida, Berlanga, Cabeza la Vaca, Calera de León, Calzadilla, Campillo de Hornachos, Casas de Reina, Fuente del Arco, Fuente de Cantos, Fuentes del Maestre, Fuentes de León, Granja de Azuaga, Hinojosa del Valle, Hornachos, Llera de Hornachos, Llerena (con las aldeas de Cantalgallo, Higuera, Maguilla y los Molinos), Medina de las Torres, Monesterio, Montemolín (con las aldeas de Calilla, Pallares y Santa María la Zapatera), Oliva, Palomas, Puebla del Prior, Puebla de la Reina, Puebla de Sancho Pérez, Reina, Retamal de Hornachos, Ribera del Fresno, Los Santos, Segura de León, Trassierra de Reina, Usagre, Valencia de las Torres, Valencia del Ventoso, VALVERDE DE REYNA y Villafranca. Además, quedaban también bajo su jurisdicción la Iglesia de Santiago de la Espada en la ciudad de Sevilla, las casas de la ciudad de Córdoba y las villas de Castilleja de la Cuesta, Estepa, Mures (Villamanrique de la Condesa), Pedrera de Estepa, La Roda de Andalucía y Villanueva del Ariscal.

    Como se observa, pese a que ya desde Llerena se empezó a gestionar y a controlar a Valverde, nuestro pueblo seguía conociéndose con relación a Reyna, a cuya encomienda y comunidad de pastos seguía perteneciendo, junto a los lugares de Ayllones de Reyna, Berlanga, Casas de Reyna, la Fuente el Arco y Trasierra de Reyna.

    Esta situación y nombre conservó hasta 1591, cuando definitivamente, y con efecto retroactivo de 1586, Felipe II vendió las villas de Valverde y Berlanga a la marquesa viuda de Villanueva del Río (y Minas, en la actualidad). Tras este importante evento, varias fueron las novedades que afectaron a nuestro pueblo:
    - Se desmembró de la Orden de Santiago y de su jurisdicción civil.
    - Pasó a depender del señorío jurisdiccional del Marquesado de Villanueva del Río y, más tarde, de la casa de Alba.
    - Seguía dependiendo de la jurisdicción religiosa de la Orden de Santiago, concretamente del Priorato de San Marcos de León y del Provisorato de Llerena.
    - También dependía de las distintas Tesorerías de Llerena en los aspectos fiscales.
    - Y, lo más importante en relación con el estudio que se sigue, adquirió el rango de villa exenta de la jurisdicción de la jurisdicción de cualquier otro pueblo, pasando a llamarse SIMPLEMENTE VALVERDE.

    Éste era el nombre y las jurisdicciones que le afectaban a mediados del XVII, cuando Extremadura, tras comprar y pagar el Voto en Cortes, aparece como la provincia número 19 de la Corona de Castilla. Desde su Reconquista y hasta finales del Antiguo Régimen la actual Comunidad Autonómica extremeña estaba estructurada por un complicado puzzle de múltiples demarcaciones señoriales y de Órdenes Militares, entremezcladas con villas de realengo. Esta circunstancia propiciaba que el poder administrativo y político nunca estuviera bien definido ni asentado en la región, dificultando su identidad territorial y cultural. Hasta entonces el vocablo “Extremadura” había tenido una acepción imprecisa, pues en general hacía referencia a tierras que en algún momento fueron fronterizas (extremos) entre los distintos reinos cristianos y musulmanes, moviéndose el término de norte a sur a medida que avanzaba la Reconquista. Por ello, el vocablo se había aplicado a muy diversas zonas peninsulares, conociéndose una Extremadura navarra, aragonesa, castellana o leonesa, todas ellas difuminadas por los avatares y las peculiaridades de la Reconquista. Finalmente, tras un prolongado ostracismo (finales del XII hasta mediados del XVII), el vocablo resurge oficialmente para aplicarse en exclusiva al territorio de la actual comunidad Autonómica de Extremadura, es decir, a lo que se conocía como Extremadura leonesa. Martínez Díez justifica y argumenta esta hipótesis, indicando que “este uso actual es sólo el resultado final de una larga evolución. Desde el Alto Medio evo, en el que se forjó el término Extremadura, este vocablo ha sido capaz de ir peregrinando desde los afluentes pirenaicos del río Ebro hasta la frontera lusitana, pasando por las tierras de Soria, Segovia y Ávila antes de fijarse en fechas relativamente moderna en los territorios de la actual Comunidad Autonómica de su mismo nombre”(2).

    Ya en el XVIII, con la dinastía borbónica tuvieron lugar cambios políticos y administrativos paulatinos, pero significativos, buscando un modelo de gobierno cada vez más centralista, tendente a eliminar o simplificar jurisdicciones y a reforzar el poder real. Bajo este marco se anulan la mayor parte de los fueros en los territorios históricos y empiezan a cuestionarse las jurisdicciones señoriales, pasando a una nueva organización del territorio nacional sostenida fundamentalmente por cuestiones fiscales y militares. Así apareciendo 38 intendencias(3), una de ellas era la de Extremadura, dividida en los 8 partidos fiscales ya existentes desde 1653. Dentro del partido de Llerena se encontraba SIMPLEMENTE VALVERDE, conservando sólo el topónimo principal.

    Cerrando el XVIII tuvo lugar el definitivo espaldarazo a Extremadura como región diferenciada, tras la aparición de la Real Audiencia de Cáceres, en cuyo distrito judicial se encontraban varias localidades que respondían al topónimo VALVERDE, circunstancia que fue aprovechada para darles un apellido, en nuestro caso referenciado al partido en el que quedó incluido. Así y entonces se empezó a hablar de VALVERDE DE LLERENA.

    La definitiva división de Extremadura en provincias tuvo lugar en 1833, tras otros intentos previos. El primero de ellos fue abordado durante el reinado afrancesado de José Bonaparte en 1810, contestado por otra iniciativa del gobierno constitucional de Cádiz en 1813, ambas sin tiempo para concretarse.

    Por ello, en 1815 persistía la situación alcanzada a mediados del XVII, con apenas modificaciones; es decir, Extremadura como única provincia o intendencia, con los 9 partidos contemplados cuando se creó la Real Audiencia. De acuerdo con un minucioso informe que fue requerido de don Manuel de Iturrigaray, por aquellas fechas gobernador del partido de Llerena, su jurisdicción política (una vez suprimidos los señoríos jurisdiccionales), judicial y fiscal se resume en el cuadro que sigue:

    PUEBLOS: Nº DE VECINOS/ LEGUAS A BADAJOZ/ LEGUAS A LLERENA
    Arroyomolinos: 160/ 18/ 7
    Azuaga: 783/ 23/ 5
    Ahillones: 350/ 19/ 2
    Berlanga: 760 /19/ 3
    Bienvenida: 500/ 16/ 3
    Calera: 240/ 18/ 5
    Calzadilla: 220/ 15/ 4
    Campillo de Llerena: 222/ 18/ 6
    Casas de Reina: 100/ 20/ 1
    Fuente del Arcos: 251/ 21/ 2
    Fuente de Cantos: 750/ 16/ 4
    Fuente del Maestre: 1.000/ 10/ 9
    Granja: 390/ 21/ 6
    Guadalcanal: 959/ 23/ 4
    Higuera: 37/ 17/ 3
    Hinojosa: 90/ 13/ 5
    Hornachos: 523/ 13/ 6
    Llera: 208/ 15/ 4
    Llerena: 1.200/ 19/ 0
    Maguilla: 89/ 18/ 3
    Medina: 559/ 13/ 6
    Monesterio: 352/ 19/ 5
    Montemolín: 356/ 18/ 3
    Oliva (la): 168/ 13/ 11
    Palomas: 123/ 13/ 9
    Puebla del Maestre: 200/ 20/ 3
    Puebla del Prior: 88/ 13/ 7
    Puebla de la Reina: 250/ 18/ 8
    Puebla de Sancho Pérez: 200/ 12/ 7
    Reina: 117/ 19/ 1
    Retamal de Llerena: 37/ 18/ 7
    Ribera: 400/ 12/ 6
    Santos de Maimonas: 868/ 12/ 7
    Trasierra: 87/ 19/ 1
    Usagre: 337/ 16/ 3
    Valencia las Torres: 157/ 16/ 3
    Valencia del Ventoso: 691/ 13/ 7
    VALVERDE DE LLERENA :208/ 22/ 3
    Villagarcía: 329/ 18/ 1
  • La división definitiva de Extremadura en provincias, tal como la conocemos en la actualidad, empezó a forjarse a partir de 1829, en aplicación de la Real Orden correspondiente. En fecha inmediatamente posterior, acompañada de unos estudios cartográficos realizados en Madrid con motivo de otro fallido intento en 1822, dicha Real Orden fue remitida a la Real Audiencia de Cáceres para su aplicación, si bien la definitiva concreción de límites quedaba abierta a las sugerencias o reparos que en la Audiencia extremeña pudieran establecer. El límite entre ambas provincias vendría determinado por la línea divisoria de las cuencas hidrográficas del Tajo y Guadiana, si bien la Real Audiencia, usando de las facultades que esta última Real Orden le confería, estimó establecerla por donde hoy la conocemos.

    Estas mismas facultades fueron utilizadas para impedir que VALVERDE DE LLERENA y otros pueblos de la cuenca hidrográfica del Bembézar, Hueznar y Viar pasasen a la nueva provincia de Sevilla, concretamente al corregimiento o partido de Cazalla. De no haber mediado estas negociaciones, intensamente defendidas por los valverdeños, nuestro pueblo sería conocido en la actualidad como VALVERDE DE CAZALLA.

    Las razones expuestos por los valverdeños de entonces para impedir su incorporación a la provincia de Sevilla fueron contundentes, como se aprecia en el texto que sigue, alegando razones históricas, comunidad de pastos con otros pueblos que quedaban en la provincia de Badajoz e incomodidades a la hora de desplazarse a Cazalla o Sevilla:

    Esta sola denominación favorece la justa solicitud de la villa de Valverde de Llerena para que no se varíe su antigua dependencia. Situada aún en lo más interior de las llanuras de Extremadura, al Oeste de Azuaga, a dos leguas de distancia y, al Sur, a una de Berlanga y a tres cuartos escasos de Ahillones, no puede menos que reclamar justamente la misma suerte que estas (Ahillones y Berlanga, pueblos vecinos que quedaban en la provincia de Badajoz) por los notorios beneficios de conveniencia pública que sus vecinos han experimentados en sus relaciones con la ciudad de Llerena, que ha sido siempre la cabeza del partido, distante tres leguas y diecinueve con la de Badajoz, ambas al noroeste; e imploran que no se le agregue a la provincia de Sevilla, en cuyo caso, estableciéndose como será regular el corregimiento y alcaidía mayor en la de Cazalla de la Sierra, colocada en lo áspero de Sierra Morena, tendrían sus habitantes los perjuicio de acudir a él a cinco leguas, las tres desde el Puerto de Guadalcanal con el obstáculo de la Rivera de Benalija, y con inminentes peligros, y con los mismos las siete despobladas que hay desde allí a Cantillana, las cuales no son menores en las cinco restantes, aunque llanas, que hay hasta llegar a Sevilla por invadirse frecuentemente aquel camino por cuadrillas de ladrones a caballo, como lo ha demostrado una triste experiencia. Por otra parte, las villas de Berlanga y Valverde corresponden a un mismo señorío y encomienda del Duque de Alba; los diezmos y asuntos de aquella no pueden dividirse de las de ésta, y los derechos de la una no deben ventilarse y decidirse por diversas autoridades. Últimamente es reducidísimo el término de esta villa: está circunvalado por los de Azuaga, Berlanga, Guadalcanal y Reina, con quienes, y con Llerena, tiene comunidad de pastos. Necesita vivir de la agricultura y granjerías y si se le redujese a un círculo tan estrecho como el que ofrece su término privativo, se le acarrearía irremisiblemente su ruina...

    La sugerencia de los valverdeños fue asumida por la Real Audiencia de Cáceres, que la presentó ante S. M., aceptándola, como se confirmó en el Real Decreto de 30 de Octubre de 1833, tras el cual el territorio nacional quedó dividido en las 49 provincias que coexistían hasta la aparición de las actuales Comunidades Autonómicas. Extremadura quedó dividida en las dos provincias y partidos actuales, con VALVERDE DE LLERENA en la provincia de Badajoz y en el partido de Llerena.
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1 MALDONADO FERNÁNDEZ, M. Valverde de Llerena. Siglos XIII al XIX. Sevilla, 1998.

2 MARTÍNEZ DÍEZ, G. “Extremadura: origen del nombre y formación de las dos provincia”, en Anuario de la Facultad de Derecho de Cáceres, nº 2, 1983.

3 España dividida en provincias e intendencias y subdividida en partidos, corregimientos, alcaidías mayores, gobiernos políticos y militares, así realengos como de Órdenes Militares, abadengos y señoríos.

HACIENDA, APEROS, AJUAR Y OTROS ENSERES DE UNA FAMILIA VALVERDEÑA ACOMODADA DE MEDIADOS DEL XVIII.

  • (Publicado en la Revista de Valverde, 1998)

    Pocas familias valverdeñas se podían considerar acomodadas en las fechas que consideramos; a lo sumo, y según el estudio socioeconómico incluido en mi reciente estudio sobre Valverde, sólo a unas 30 de las 308 familias que se registraron en el Catastro de Ensenada (1753) , se les podía aplicar esta consideración, pues en su mayor parte el vecindario sobrevivía de las rentas de algunos trozos de tierras o cabezas de ganado, de la arriería, de ciertas actividades comerciales, artesanales y mecánicas o, en la mayoría de los casos, simplemente de un jornal, cuando lo había.

    Por lo tanto, en el caso que nos ocupa se trata de analizar la hacienda y enseres de una familia atípica, según el inventario de sus bienes que se hizo en 1779, tras el fallecimiento de Ángela Fernández, viuda que fue de Juan Bravo Izquierdo. El matrimonio en cuestión, especialmente Ángela, la última en fallecer, debió descuidarse y no hizo el oportuno testamento como era habitual entre las gentes acomodadas. Por ello, sus hijos (Juan, Tomás, Matea, Ramona, María y Ana) tuvieron que solicitar la intervención del Alcalde Ordinario de primer voto , es decir, la persona competente en la administración de la justicia ordinaria o local, para que, como le correspondía por su oficio concejil cuando no había testamento, mediara en el reparto de los bienes muebles e inmuebles que el matrimonio había dejado a sus descendientes.

    Ante el requerimiento de los herederos y, suponemos, una vez que ellos previamente habían consensuado la distribución de bienes, el alcalde de primer voto se personó en la casa de morada de la familia en cuestión, haciéndose acompañar del escribano del cabildo y de lo público (notario). Este último se encargaría de levantar acta de todo lo inventariado y de anotar su reparto entre los seis hermanos, supliendo el acta al testamento que los finados no hicieron. Además, en este caso concreto, el alcalde tenía otra obligación añadida: defender la herencia y bienes de menores, pues se daba la particularidad de que tres de las huérfanas eran menores de edad.

    El reparto de bienes podía complicarse si no se llegaba a acuerdos previos entre los herederos, situación que al parecer no se produjo en el caso que nos ocupa. Cuando no existía este consenso, el alcalde -asesorado por vecinos expertos y expertas en la tasación de enseres domésticos, aperos, ganados y bienes raíces- establecía el reparto que estimaba más justo, formando lotes equivalentes que se sorteaban entre los herederos. Sin embargo, su palabra no era la última, pues si algún heredero se consideraba perjudicado o engañado podía apelar ante el corregidor o justicia mayor de la casa de Villanueva del Río-Alba en su "estado de Berlanga y Valverde”, que residía en la villa vecina ; incluso, por encima de la decisión del citado corregidor, la causa podía llegar a tribunales superiores, que en nuestro caso correspondía a la Real Chancillería de Granada. No era frecuente que se llegase a este último extremo, pero sí conocemos situaciones en la que tuvo que intervenir el corregidor o justicia mayor para mediar en el reparto de bienes entre herederos. En todo caso, los vecinos sabían muy bien que cualquier complicación que surgiera, es decir, cualquier "papel que hubiese que mover", iba en contra de ellos, pues entre desplazamientos, abogados, procuradores y otras costas de justicia se irían los escasos bienes a repartir.

    Pues bien, centrando el tema en nuestra familia y sus bienes, el día y hora señalada el alcalde y escribano se personaron en la casa de la calle Fuente. Suponemos que les estarían esperando, aparte los herederos y sus respectivas familias políticas , un buen número de vecinos curiosos, algunos de los cuales conseguirían involucrarse y dar su opinión sobre lo que allí se iba a dilucidar, arrimándose y aconsejando a uno u otro de los herederos. Como digo, son suposiciones, pues nada de esto aparece recogido en el inventario y reparto que nos ocupa; en el documento consultado sólo se hace una minuciosa relación de todos y cada uno de los bienes, indicando en qué pieza de la casa se encontraba (sala, alcoba, cocina, corral, etc.), en qué estado de utilidad estaban (muy usado, usado o nuevo), qué valor se le estimaba y a quién de los herederos se le asignaba.

    Estos simples detalles son suficientes para especular sobre la distribución espacial de la casa y sacar algunas conclusiones de los usos o costumbres más habituales, analizando el conjunto de enseres que contenía. En lo que se refiere a la distribución de dependencia, se estima que no difiere mucho de lo que nuestros paisanos más mayores conocieron; es decir, se trataba de un amplia pasillo central, distribuido en tres naves con dependencias a uno y otro lado, que iban perdiendo nobleza o lujo según se iba adentrando en la casa; al final existía una cuarta nave dedicada a cuadras y pajares, que daban paso al corral y a un tinajón, desconociendo si disponían de puerta trasera o falsa.

    Para efectuar el inventario y reparto de bienes, el alcalde y séquito visitaron sucesivamente el zaguán de la primera nave, la sala dormitorio de la izquierda, la sala de la derecha, la alcoba de la segunda nave a la izquierda, la alcoba de la tercera nave a la izquierda, la cocina principal que estaba a la derecha de la segunda nave y el almacén con alacena situado a la derecha de la tercera nave. En la cuarta nave a la izquierda se encontraba la cuadra y enfrente el amasadero, la cocina de uso diario y la escalera de acceso al doblado .

    En el zaguán se encontraron con los siguientes enseres: una mesa con caxon (cajón) y poyal (tapa batiente) valorada en 12 reales , un escaño (sillón) de pino nuevo valorado en 30, otro escaño grande (doble, a modo de sofá) de pino en 50, un escaño pequeño de pino en 15, un taburete de tabla en 7, otro de lo mismo en 4, otro mas pequeño en 3 y una silla con respaldo de madera en 4.

    En la sala de la izquierda, que se utilizaba como dormitorio principal, en primer lugar tomaron nota de un arca grande y vieja, con cerradura y poyal, y dentro de ella los enseres siguientes: una sábana de tramado (con adornos de puntillas) valorada en 30 reales, una sábana de lo mismo en 30, otra sábana muy inferior en 25, otra vieja en 12, otra muy vieja en 6, etc. El arca en cuestión debía ser excesivamente grande, pues en conjunto acogía hasta 92 prendas que, por no cansar se omite; no obstante, parece oportuno citar algunas de ellas y su valor: lenzuelo con soles (estampados) y encajes (45 rs.) , antecama (alfombrilla) coloreada de cuadros y lienzo picado (16 rs.), antecama de seda bordada de colores y con puntas anchas (35 rs.), una pieza de seis varas de servilleta (30 rs.), un paño de rostro con soles y encajes de cerro o lino (28 rs. que esta unidad monetaria es la que en adelante afecta a las cifras entre paréntesis), enaguas de lienzo servidas o usadas (6), un camisón de lienzo portugués (40), un coletillo o especie de sujetador (4), un mantón negro de lana con flecos (10), camisas, calzoncillos, calcetas (...), con que se acabó este arca y se cerró.
    En la misma sala dormitorio se encontraba una armadura de cama fabricada con palos de encina (25), con su jerga (15), colchón con su henchimiento o relleno de lana (55), una manta usada (15), otra de frisa o lana blanca (12), una antecama con flecos de seda encarnada (18) y dos almohadas servidas con sus henchimientos (10).
    Asimismo, tomaron nota de un segundo arca de madera de tableros de castaño con cerradura y poyal (130), que contenía hasta 49 prendas y enseres de uso poco frecuente y de más lujo: una manta de frisa encarnada con galón blanco de hilo y flecos verdes (60), una basquiña o saya (falda) de lujo, de bayeta entrefina (30), enaguas de bayetilla verde con ribetes azules (26), unas medias de estambre encarnado (9), una jaquetilla o chaquetilla de paño fino (30), una chupeta (corsé) de frisa con vueltas de felpa encarnada (28), un par de botines de frisa prensada sin hacer y cortados (24), un par de ligas (4), una capa de frisa negra usada (80), otra capa de frisa prensada (130), un capote de pelo de camello negro (50), una laminita de papel con la efigie del corazón de Jesús (1), otra con la efigie de Ntra. Sra. de Zaragoza (1), nueve estampas de papel (1), un cuerpo de jubón , un casacón etc., con lo cual se terminó de inventariar esta dependencia, pasando a la sala de en frente.

    La sala de estar contenía los enseres propios de estas dependencias: un escaño grande en madera de pino con claverías (70), otro pequeño que le sigue hacia la ventana (25), otro en madera de castaño que estaba en el bufete o escritorio (40), un taburete nuevo de tablas (10), otro con adornos (11), otro viejo y quebrado (4), otro viejo y grande (10), una mesa nueva pequeña en madera de pino (15) y un bufete en madera de nogal con dos cajones, cerradura y llaves (60); en dichos cajones, bajo llave, se encontraban los enseres domésticos de más valor: un peso de pesar oro con sus pesitas y caja (20), un collar de plata que pesaba seis onzas (120), dos cuchara nuevas de plata de onza y media cada una (60), una cuchara nueva de plata de onza y media cuarta (28), una cuchara vieja de plata de una onza y tres adarmes (22), otra de plata vieja (12), otra vieja y quebrada (8), dos cucharas y un tenedor de bronce (3), una sortija de plata (2), una cruz de piedras pequeña (4), un dije o colgante de plata (2), una plancha de planchear ropa (4) y un libro de asiento de cuentas con un tercio de sus hojas en blanco (4).

    Pasaron a la segunda nave, en cuya alcoba-dormitorio de la izquierda tomaron relación de los siguientes objetos: un arca grande en madera de pino con poyal y cerradura que guardaba una cortina de red y lienzo (60), otra más pequeña (40), una sábana cortada de tramado a medio hacer (34), una colcha de algodón con borlones (130), un guardapies de damasco azul (250), otro guardapies de granilla con faralar o volantes (50), una basquiña nueva de pelo de camello (100), otra de cristal anaranjado (50), una saya usada de sempiterna o lana muy tupida(40), una mantilla de grana guarnecida de punta de plata fina (45), una casaca de gorgorán verde (30), un jubón de fondo o blusa interior ceñida en rizo tostado (40), un jubón de terciopelo negro (60), otro de terciopelo negro de manga larga (80), otro de raso verde (10), unos corpetes de hermosilla verde (18), unos corpetes o corpiños de espolinado verde (8), unos manguitos verdes (2), dos varas de gasa dorada (8), un pañuelo de seda de colores (16), otro pañuelo de seda usado (6), una banda de seda (18), unos guantes de seda azul (10), una paletina de gasa dorada (4), una redecilla de cinta y encajes (2), tres varas de encaje fino (6), cinco varas y media de encaje inferior (6), seis varas de cinta de tisú (18), cuatro varas de terciadillo pintado (8), seis varas de cinta (6) y unas treinta prendas más del mismo tipo de los considerados, variando en estado de uso, calidad de la tela y adornos.
    Además, en la misma dependencia se encontraba una armadura de cama (30), con su jerga (20), colchón de lana (55), una manta de frisa blanca (40), otra de frisa verde con flecos (35), una sábana usada (8), dos almohadas rellenas (8) y una antecama vieja de lienzo con puntillas y flecos (4). Como adorno de la habitación registraron un espejo fino (12), dos láminas doradas (26), un Corazón de Jesús con marco dorado y vidriera (8), un cuadro plateado y dorado con un Crucifijo (10), varios cuadros más con motivos de santos y vírgenes ( San Antonio, San Miguel, San Juan Bautista, San Ildefonso, virgen de la Concepción, de la Merced, de las Angustias (...), un corredor de bayeta azul (12) y un paramento pintado (15).

    En la alcoba de la tercera nave a la izquierda encontraron una cama vestida de igual manera que las consideradas anteriormente, un arca pequeña con cerradura (8), unas cortinas (100) y un arca mediana con cerradura fabricada en madera de castaño (30), en cuyo interior se guardaban un sombrero fino (15), una montera de penacho, cuatro onzas de corales (20), cuatro estampas de oropel o chapa dorada (8), tres abanicos (3) y un frasquito de cristal (1).

    Pasaron a la cocina-hogar, que se encontraba a la derecha del pasillo, no sin que antes alguno de los hermanos indicara que en poder de Juan, el único de los herederos casado, ya estaba un arca mediana de pino (25), una mesa nueva con cajón (20) y otra vieja sin cajón (8). Anotada esta incidencia, siguieron registrando los enseres de esta dependencia, a saber: tres corredores de junco de dos varas y media (9), dos mesas pequeñas (8), varios taburetes de neas (de 2 a 4 reales), una romana pequeña (12) y unos garfios pequeños de hierro (1).

    En la tercera nave, a la derecha se localizaba el almacén, donde se guardaba el resto de los enseres propios de las cocinas y los alimentos (harina, aceite, sal, chacinas, miel, etc.). Allí encontraron tres tinajas grandes de 45 arrobas cada una (135), cuatro tinajas medianas de 18 arrobas (54), dos tinajas más pequeñas (24), otra muy pequeña (8), otra tinaja grande en casa de Juan (45), una piedra labrada de moler grano (12), un peso de balanza viejo con pesas de libra y media, una libra y dos cuarterones (9), una espumadera (2), una pastelera (4), una chocolatera (10), una sartén grande (14), otra mediana (5), otra más pequeña (3), un cazo pequeño (3), un almirez de seis libras y media (33), un rastrillo para el lino (6), una espetera o asador del pescado (2), un hornillo (4), un asador grande (2), una cuchara de hierro (2), una paleta de hierro (2), una cobertera o tapadera (1), un tostador de dos puntas (2), un cuchillo angosto o estrecho (2), un hachilla para la carne (2), cuatro candiles (4), una alcuza o engrasador de hoja de lata con su embasador (2), una caldera grande (90), un caldero grande (30), otro pequeño (12), unas trébedes de hierro grande (20), otras pequeñas (4), un recipiente de corcho con una fanega de sal (44), otro con tres cuartillas de sal (33) , cuatro fanegas y media de garbanzos (216) , un dornillo de palo para hacer el gazpacho (5), otro mellado (3) y la chacina que, pese a considerarla, no se relaciona, como tampoco se indica el contenido de las tinajas.

    Pasaron a la cuarta nave, concretamente a la cuadra que se encontraba a mano izquierda. Al parecer, este recinto no se usaba como tal cuadra, pues nuestra familia disponía de un tinajón al fondo del corral, donde cobijaban a sus bestias, vacas y los aperos. Allí se encontraron enseres relacionados con las labores agrícolas, como unos aceiteros grandes (6) para transportar el aceite y el vinagre al campo, dos pequeños (4), unas alforjas de jerga (8) donde se llevaba la comida al campo, unas angarillas de pellejo (2) para transportar aperos relacionados con las tareas agropecuarias, un serón de esparto con la misma utilidad anterior (4) y una jamuga torneada (18) o aparejo especial para que las damas montasen en las bestias.

    La parte del pasillo de esta cuarta nave se utilizaba de amasadero de pan, estimando que en uno de los laterales se encontraría el horno para cocerlo. Pese a existir tahonas en el pueblo, era frecuente que en casa de los hacendados se cociese pan cada dos o tres días, tanto para el consumo de la familia como para sus empleados fijos y jornaleros, a quienes solían pagar en dinero y en especie o comida (aceite para el gazpacho o macarraca , pan, garbanzos, etc.). Pues bien, en esta dependencia se encontraban los útiles que le eran propios, como la artesa para amasar (40), una mesa para apoyar la artesa (4), una paleta de madera para mover la masa (1), dos cedazos para cribar la harina (4), un baño para el agua (4), una pala de hierro para el horno y una tinaja quebrada para almacenar el salvado o deshecho de la harina (3).

    A la derecha del pasillo de esta cuarta nave se encontraba la cocina de uso diario. Allí se encontraban los enseres propios, es decir, unas tenazas para el fuego (2), varias piezas de loza (36), dos banastas de mimbre (6), un guardapan de mimbre (2), dos paños de estopa o agarradores (2), un cuchillo de mesa (1), una mesa grande de encina (8), una jarra talaverana de media cuarta (2), dos jarras talaveranas pequeñas (2), un cajillón o recipiente para el vino (1), un rallador de naranjas (1), dos cántaros de Azuaga para el agua (2), otro cántaro y una cantarilla o cántaro más pequeño (2), una botija para aguardiente (1) y una pala de hierro para recoger la basura.

    En el doblado, al que se accedía por la escalera situada a la derecha del pasillo de la tercera nave, se guardaban los aperos de labranza y otros enseres viejos o en desuso temporal: varios costales para el envasado y transporte de semillas (8 a 10); distintos aperos de labor, como azadones (10 a 12), una azada (10), otra con el ojo roto (6) y una azuela (6); otros relacionados con la poda y limpieza de encinas y monte: hachas de leña en diversos tamaños (5 a 15), un calabozo grande para limpiar el monte (15), otro más pequeño (8), una sierra (6), un serrucho (3) y una hoja de sierra (3); diversas piezas del arado, como rejas (5 a 15), telera (4), travesaño (4), escoplo (4), clavijas (3), arrejada (3), frontil (2), látigo de yugo (4), un entremijo (8), debanadera (4) y tenazas (3); el instrumental propio de las eras: horquillas para mover las mieses en las eras (3), rastrillos de madera (4), bielgos para limpiar las mieses trilladas (2), pala de madera para completar la limpia (2), una medida de cuartilla barreteada o reforzada (8), otra medida de un celemín (1) y de medio celemín (1); utensilios propios de la actividad ganadera como hierros para marcar ovejas (2) y vacas (4), un collar de cuatro esquilones (12), tijeras de pelar ganados (3), dos cántaros para la leche (3) y una orza para cuajarla (3).

    Saliendo ya de la casa, en el corral se encontraba una pila de leña gorda (19), otra de leña menuda (18) y una escalera de cinco escalones (4). Al fondo del corral se encontraron un cobertizo o tinajón, con varios yugos de vacas (3) y de caballerías sin rematar (2), seis barcinas de distintos tamaños para el transporte de la paja (4 a 6), seis rabejales (12), doce gargantas (12), doce manceras (6), dos empalmos (6), dos umbrales pequeños en madera (1), dos maderos de castaño (40), unas escaleras de nueve travesaños (10), 150 haces de heno de cebada (216), cuarenta y ocho haces de centeno sacudido (48), veinticuatro haces de centeno sin sacudir (28), dieciocho haces de bálago (12) y paja por valor de 600 reales.

    Con esto terminaron de inventariar el conjunto de enseres, aperos y objetos de ajuar que se encontraba en la casa de morada o vivienda habitual, por un valor global de 8.283 reales de vellón, distribuidos en unos 550 conceptos. Al margen de cada folio y en la línea en que se relacionaba cada uno de estos conceptos aparece el nombre del heredero a quien se le asignaba, salvo en algunos casos que se le aplicaba conjuntamente a dos, tres o incluso a los seis, como ocurría en el reparto de los haces de cebada y la paja.

    Después pasaron al tinajón y a la majada donde, tras contar las bestias, el ganado, ciertos enseres propios de las majadas y el grano almacenado, se procedió a su valoración y reparto. La relación de este otro lote, es la que sigue:

    - Un cerdo de tres años valorado en 75 reales.
    - Un mulo con su albarda o aparejos, en 500.
    - Una jumenta con su cría y albarda, en 150.
    - Una jumenta vieja, en 20.
    - Una vaca parida llamada "clavellina", en 250.
    - Otra vaca parida llamada "noguera", en 250.
    - Otra vaca parida llamada "rosada", en 250.
    - Otra vaca llamada "golondrina", en 300.
    - Un novillo de dos años llamado "ramillete", en 250.
    - Otro de dos años llamado "lobito", en 200.
    - 180 ovejas a treinta reales, 5.400.
    - 75 ovejas viejas a veinte reales, 1.500.
    - 15 carneros sementales a treinta reales, 450.
    - 40 borregos a quince reales, 600.
    - 60 borregas a dieciséis reales, 960.
    - Un perro y dos perras, en 90 reales.
    - Dos pares de aceiteros, 6 reales.
    - Un caldero de hierro, 8 reales.
    - 120 fanegas de cebada a veinte reales, 2.400.
    - 9 fanegas de trigo a cincuenta, 450.
    - 4 fanegas de centeno a cincuenta, 200.
    - Granzas de cebada por valor de 30 reales.

    Finalmente, quedaba por relacionar y repartir las casas y tierras o bienes raíces, indicando sus linderos y otras circunstancias que pudiera afectarle, así como su valoración en reales de vellón:

    - Primeramente la casa de morada en la calle de la Fuente, que alinda (...), valorada en 8.000 rs.
    - Otra casa en la calle del Pilar, valorada en 4.700
    - Tres cuartas parte de otra casa, 3.310 rs.
    - Otra casa en la calle de la Fuente, 4.500 rs.
    - Un tinajón y dos pajares, 1.500 rs.
    - Un huerto con doce olivos, 500 rs.
    - Una tierra de 2 fanegas, 2.000 rs.
    - Una tierra de ocho fanegas, con un toril, 600 rs.


    Se indica que las últimas cinco propiedades estaban hipotecadas mediante un censo redimible con el convento de San Sebastián, extramuros de la ciudad de Llerena. El principal ascendía a 3.333 reales y los réditos anuales que había que pagar a dicho convento eran 100 reales. El resto de los bienes raíces estaba representado por:

    - Un cortinal de una fanega valorado en 800 rs.
    - Otro cortinal de una fanega, en 712 rs.
    - Una tierra de una fanega, en 500 rs.
    - Otra de seis fanegas, en 600 rs.
    - Otra de cuatro fanegas, en 300 rs.
    - Otra de tres fanegas, en 250 rs.
    - Otra de dos fanegas y media, en 250.
    - Otra de fanega y media cercada, en 400 rs.
    - Otra de cuatro fanegas, en 400 rs.
    - Otra de tres fanegas y media, en 300 rs.
    - Otra de tres fanegas, en 250 rs.
    - Otra de ocho fanegas, en 600 rs.
    - Otra de seis fanegas, en 500 rs.
    - Otra de dos fanegas, en 200 rs.
    - Otra de una fanega, en 120 rs.
    - y otra de catorce fanegas, en 1.000 rs.

    Así concluyó la relación de bienes inventaríales de la familia Bravo Fernández, aunque al documento utilizado le faltan uno o dos folios.

    Independientemente de esta mutilación, que sólo afecta a las propiedades rústicas, podemos establecer el siguiente resumen hacendístico en reales:

    - Valor de enseres domésticos, ajuar y aperos: 8.283 rs.
    - Valor de ganados y piensos: 14.339 rs.
    - Valor de los inmuebles urbano: 22.010 rs.
    - Valor de la 72 fanegas de tierras (incompleto): 9.782 rs.
    - Total: 54.414 rs.
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